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sábado, 3 de diciembre de 2011

LA COSTUMBRE DE VIVIR RESIGNADOS – MANAGEMENT DE SUBSISTENCIA



Si ya se, el mundo está en conflicto y entonces ya nada sirve. La culpa es de aquellos que hicieron las “recetas macroeconómicas”, los países poderosos, los gobiernos corruptos, el capitalismo, etc., etc…..
¿Cuántas veces hemos probado en Argentina y Latinoamérica las distintas fórmulas económicas?
¿Cuántas veces se han estatizado y privatizado empresas y modelos económicos?

Cuando un país no tiene una visión clara de hacia dónde quiere ir y como quiere lograrlo, ningún plan puede llevarse a cabo con éxito. Los países latinoamericanos están enfermos, “estamos enfermos”, de un mal que parece no tener fin, la falta de un liderazgo de vanguardia.

Nos hemos acostumbrado a vivir en la resignación, a experimentar lo que yo llamo, un “management de subsistencia”. En la Argentina, este ha sido explotado al máximo por toda expresión política existente y lo único que se ha logrado es mantener una democracia endeble de contenidos, a lo largo de nuestra historia contemporánea.

Estamos enfermos de frustración y no sabemos bien a quien echarle la culpa. Creamos monstruos ideológicos, y falsos mitos vivientes. Utilizamos a las décadas de los 70’s, 80’s y 90’s para justificar la ineptitud, la ineficiencia y la falta de profesionalismo.
Lo cierto es que los problemas que arrastran nuestros países son los mismos desde nuestra fundación.
Problemas de educación, de infraestructura en servicios comunes y básicos como agua potable, electricidad, cloacas, vivienda, etc. A esto debemos agregarle la “degradación del nivel de educación existente” y la pobreza estructural sumado ahora a la violencia estructural y el consumo de drogas.

Es lamentable el creer que Latinoamérica es sencillamente un problema de recursos y que el ministro de economía es “Dios” obrando por cada uno de nosotros.
Debemos asumirnos como “ignorantes con dinero”. Hoy a las arcas de los estados latinoamericanos ingresan “toneladas de dólares” como consecuencia del alto precio de los productos a granel como la soja. Llevamos años de crecimiento sostenido y ¿qué ha cambiado?

Todos sabemos lo que ocurre en Europa, Asia y América, sabemos que existen serios problemas porque los sistemas puristas llamados capitalista y comunista, fallaron. Hoy sabemos que no es posible condicionar al hombre dentro de un régimen pero tampoco es posible darle absolutas libertades que irrespeten el bien común.
Con todos los problemas, Europa es un ejemplo de construcción, cultura y educación. Existen muchos países europeos en donde vivir es una bendición a pesar de los vaivenes económicos de los últimos tiempos. Los medios de transportes funcionan, los impuestos pueden ser monitoreados, no existen problemas estructurales en materia de corrupción, los sistemas de salud son una realidad concreta, la violencia no corrompe el sistema y el bien común está por encima del resto. En estos países a los cuales se suman algunos de los asiáticos, no es posible cortar las calles alegremente para discutir un derecho particular lesionando todos los demás. En estos países, los subsidios son subsidios y no una fuente de ingresos permanentes como por ejemplo en la Argentina, en donde a la gente se la ha acostumbrado a vivir de la dádiva del estado y la política sucia.

En nuestros países nos han hecho creer que el ministro de economía es aquel que puede hacer funcionar artificialmente un país, o que los problemas económicos se resuelven controlando las variaciones del dólar, el gasto público y las importaciones. Estamos lejos de tener un diagnóstico serio si vamos por ese camino.

LA ECONOMIA NO ES LA CAUSA, ES EL EFECTO. UN MINISTRO DE ECOMOMIA ES COMO UN GERENTE DE FINANZAS DE UNA EMPRESA, ESTE SOLO PUEDE ADMINISTRAR PEOR O MEJOR CIERTAS VARIABLES DE LA ECONOMIA, PERO NO HACE MILAGROS.
No es cuestión de privatizar o estatizar, se puede hacer ambas cosas. Una empresa estatal de servicios públicos con un buen régimen laboral y sindicatos honestos y transparentes, puede funcionar tan bien como una empresa privada de servicios controlada adecuadamente por un organismo estatal serio que monitoree el cumplimiento del contrato establecido en la licitación.
Para que nuestros países puedan salir de su letargo se necesitan líderes de vanguardia, personas con amor propio y amor por la patria que quieran dar el ejemplo en materia de honestidad y renunciamientos para que los pueblos puedan seguir el ejemplo. Líderes que estén dispuestos a pagar todos los costos políticos que hagan falta para que las nuevas generaciones tengan la posibilidad de vivir en países serios. Necesitamos de estadistas que se comprometan en proyectos de largo alcance y no en personajes narcisistas que utilicen los recursos del estado para ganar elecciones en contra del mediano y largo plazo.
Hoy ya no alcanza con establecer la diferencia entre “darle pescado a la gente o enseñarle a pescar”, hace falta que aprendamos a producirlo, a venderlo, a cobrarlo y a reinvertir los excedentes en industrias sustentables responsables socialmente.

No sigamos engañándonos. Los servicios públicos como los trenes no funcionan por nuestra incapacidad y corrupción, no por el capitalismo salvaje o el comunismo, los baches de las calles no se tapan porque “sencillamente nadie hace el trabajo”. El dinero de los impuestos no llega a la obra pública porque queda en el bolsillo de muchos corruptos. Esto nada tiene que ver con la ideología. La corrupción no tiene bandera, la corrupción es un delito.

Finalmente, espero que algún día abramos los ojos y despertemos de este sueño con tufo a pesadilla. Sería un necio o un tonto si no reconociera que existen países en el mundo que presionan a través de sus políticas a otros más débiles y cuyas estrategias han sido y serán intentar manejar los destinos económicos de la humanidad, pero lo que me preocupa y espero que a los lectores también, es el grado de incapacidad manifiesta que hemos demostrado a lo largo de nuestra historia para seguir en el mismo lodo.
Estoy convencido que la regla 80-20 es perfectamente aplicable a nuestros casos. El 80% de la responsabilidad nos cabe a nosotros. Existen manipuladores porque existen personas o países manipulables.




Las presiones siempre existieron y existirán en un mundo globalizado, dinámico y complejo, pero yo me pregunto qué país latinoamericano ha probado la fórmula del liderazgo de vanguardia concienzudamente. Qué país ha planificado estratégicamente su futuro, en cual la educación es considerada la prioridad número uno y la honestidad, un valor indispensable para acceder a cualquier cargo directivo. En qué país el management de subsistencia le ha dado lugar al estratégico. Si existe uno, mis más sinceras felicitaciones. Estoy dispuesto a reconocerlo y tomarlo como ejemplo. Se de países que están intentando el cambio en nuestra región, aunque todavía dichos intentos son algo incipientes.

Dice una cita: “para que algo cambie debemos empezar por nosotros”. La llave de la libertad se encuentra en la cultura, la educación, la institucionalidad y los valores, todo lo demás viene por añadidura, pero por supuesto, atado a un plan estratégico que lleve a la práctica el ejercicio de una visión compartida, clara y desafiante para todos nosotros. Los latinoamericanos nos hemos dejado menospreciar por el resto del mundo. Debemos aceptar que podemos lograr el cambio. El camino es sencillo y duro a la vez, es aquel que alguna vez nos enseñaron esos inmigrantes… que llegaron en la post-guerra mundial. No tenían familia, no tenían recursos, no tenían conocidos, no tenían auxilio de ningún tipo, solo cargaban en sus valijas unas pocas prendas, un puñado de ilusiones, la aptitud y la actitud para trabajar duro y con disciplina por el futuro de sus familias. Ellos llevaban la educación en la sangre al igual que el sentido de la responsabilidad.

Mirando a cada uno de esos cientos de miles de próceres desconocidos, no podemos hacer otra cosa más que salir adelante.
Ya no hay tiempo para justificaciones ni lamentos. No es posible seguir echando culpas al otro. Por el respeto y la admiración que les debemos, solo nos resta honrar sus vidas y hacer de nuestra amada Latinoamérica, un lugar digno para vivir de una vez por todas y para siempre.




Lic. Claudio M. Pizzi

Director