La palabra posicionamiento
en marketing juega un rol demasiado importante para ser despreciada. En el
mundo de las pymes, todavía estamos “verdes”, es decir, nos falta transitar el
aspecto práctico de su poder de referencia y el costo de oportunidad de no
trabajarlo de manera adecuada.
En la política, algunos han aprendido la lección y otros todavía siguen aprendiendo y sacando cuentas al respecto.
Veamos algunos
ejemplos electorales que nos pueden ayudar a comprenderlo.
El
posicionamiento positivo
Los tres frentes que
pudieron posicionarse en la mente del votante fueron el FPV, CAMBIEMOS y UNA,
los cuales representaron el 89% del total de votantes. Cada uno con un mensaje
y una propuesta diferente. El posicionamiento es “percepción”, y cada sector de
la sociedad, “recibió de estos tres espacios”, sensaciones positivas y
negativas. El temor al cambio, el deseo de cambio, la sensación de no estar tan
mal, la necesidad de volver a los principios y los valores, la lealtad a los
miembros fundadores (peronismo), la sensación de que solo un partido puede
gobernar la nación, la disciplina partidaria, son algunos de los múltiples
factores que se tomaron en cuenta a la hora de “elegir”. Es verdad que las
diferencias en las cantidades (votos) marcan preferencias, pero no cabe duda que espacio responde a un concepto bastante definido para la sociedad. Es importante a
partir de aquí decir que el posicionamiento, no es una “medalla de honor” que se gana para
toda la vida. En la política como en los negocios, se lleva a cabo una ardua
tarea por mantener votantes y conquistar otros que se sumen.
Este desafío muchas veces encierra la dificultad de perder a algunos enamorados
por sobre los nuevos a conquistar. Se da cuando el producto – servicio, ya
no es el mismo, se presenta como poco claro, ambiguo o borroso.
El mensaje político es fundamental para lograr el posicionamiento adecuado y existe una regla de oro vital vinculada con la comunicación. "Lo que se es, lo que se dice que es, lo que los pueblos creen que uno es".
El mensaje político es fundamental para lograr el posicionamiento adecuado y existe una regla de oro vital vinculada con la comunicación. "Lo que se es, lo que se dice que es, lo que los pueblos creen que uno es".
Mientras estas tres
cuestiones estén alineadas, la posibilidad de mejorar el posicionamiento es una
realidad, el problema surge cuando la “identidad”, así definida, se rompe.
Ejemplo:
Soy honesto – digo que
soy honesto – la gente cree que soy honesto = correcto
Soy honesto – digo que
soy honesto – la gente NO cree que soy honesto = incorrecto
Soy deshonesto – digo
que soy honesto – la gente cree que soy honesto = incorrecto
Los efectos de este
ejemplo y los resultados electorales, no están próximos en el tiempo y el
espacio.
Veamos ejemplos de posicionamientos positivos, negativos y no posicionamiento.
Veamos ejemplos de posicionamientos positivos, negativos y no posicionamiento.
El
no posicionamiento
Si definimos al
posicionamiento como el espacio que se pretende ocupar en la mente del cliente,
para nuestro caso, el de los “votantes”, la elección a gobernador de Santa Fe
llevada a cabo en el primer semestre del 2015, tuvo un ganador. El socialista Miguel Lifschitz, seguido
por Miguel del Sel del espacio PRO y Omar Perotti del FPV. Lifschitz ganó por
una diferencia de no más de dos mil votos sobre una base electoral de más de un
millón y medio de electores. Los resultados en porcentaje arrojaron un 29% para
el “oficialismo provincial”, un 29% para la alternativa PRO y un 29% para el resto
de los espacios entre los cuales se encontraba el “oficialismo nacional”.
Cualquier conclusión triunfalista que se pueda deducir de esta realidad es muy
pobre. El efecto no posicionamiento se hizo presente en Santa Fe y significa “alternativa
similar o indiferencia”. En el campo de los negocios, diríamos que las personas
podrían optar por un producto – servicio u otro sin notar diferencias
sustanciales que la lleve a “preferir una en vez de la otra”. En la política,
el efecto es el mismo. En la elección de Santa Fe hubo un ganador, pero no se
sacaron diferencias. La gente consideró que ninguna de las expresiones
políticas representaba una verdadera alternativa de solución, motivo por el
cual dividió el voto en tres.
El
posicionamiento negativo
Las PASO de agosto,
el sistema electoral que la Argentina utiliza para simplificar y reducir la
cantidad de candidatos a presidente, determinaba que solo aquellos candidatos y
frentes que obtuvieran votos por encima del 1,5% del padrón, podrá competir en
octubre. Los que no pudieron “clasificar para octubre fueron el frente popular,
el MAS, el MST, el partido popular... A esto habría que sumar algunos
votos en blanco y nulos. No es una novedad el posicionamiento negativo que ostentan
los partidos denominados de "ultra izquierda" en Argentina. Su flaqueza radica en
la falta de recursos, y la imposibilidad de enamorar al elector con propuestas
duras. La percepción general es negativa y en forma individual no llegan a
sumar los votos necesarios para presentar candidatos. El estilo combativo y de
choque no es una cualidad que la sociedad en términos generales, aprueba.
¿Clientes
o votantes?
Un último aspecto a
resaltar tiene que ver con el nivel de exigencias del elector, similar al del
consumidor.
Los productos y
servicios tienen diferentes calidades y son elegidos por diferentes atributos,
algunos, pesan más que otros. El precio, la cantidad, la garantía, la
prestación, son elementos básicos en la toma de decisiones. Cuando hablamos de
productos “diferenciados” por un fuerte posicionamiento de la marca, estos
elementos pasan a un segundo plano e incluso suelen servir de “justificadores
racionales” al momento de preferir uno por sobre el otro. La política no escapa
a estas visiones. El peronismo representa la fortaleza, y el radicalismo la
debilidad, el peronismo el verticalismo, el radicalismo las instituciones. Son
marcas registradas, sellos positivos y por supuesto, negativos.
La pirámide de
necesidades de A. Maslow, es un elemento interesante a incorporar en el
análisis para entender el “voto de la gente”. Esta pirámide consta de cinco
pisos, de abajo hacia arriba tenemos: necesidades fisiológicas, de seguridad
(pan y trabajo), sociales (pertenecer a algo), estima (ser querido,
considerado), y autorrealización (autodesarrollo – valores – crecimiento).
Muchas de las propuestas políticas no llegan a cubrirlas, y para parte de la
sociedad, existe una preferencia por quien puede cubrirlas mejor.
Es difícil enamorar a
un sector de la sociedad con palabras esperanzadoras y futuros brillantes
cuando no alcanzan a cubrir las necesidades fisiológicas y de seguridad, e
incluso cuando estas, se encuentran amenazadas por la economía y los cambios de
gobierno.
No es tan difícil
entender la política si uno pudiera estudiar las lecciones de las ciencias del
management y el marketing. No son pocos los candidatos que desprecian los
conocimientos profundos que de ellas emanan. Parece que solo se sirven de las
herramientas de construcción verbales y gestuales. Incluso llegan a despreciar
la palabra “cliente”. La utilizan peyorativamente refiriéndose a un mal de la
democracia, la utilización de los pobres. A eso se le llama “clientelismo
político”.
Es importante
recordar el origen. La palabra proviene del latín y significa “protegido”. Nos
olvidamos que a los clientes hay que atenderlos bien, cuidarlos, y
fundamentalmente respetar sus derechos. Si los ciudadanos fueran tratados como “buenos
clientes”, a la política le iría mucho mejor. Sobre todo, cuando entiende que
estos clientes, necesitan productos y servicios de calidad y es necesario
mantener relaciones duraderas y fructíferas con ellos si pretenden que se les
renueve la confianza.
El problema de
nosotros los ciudadanos, es creer que solo consumimos los bienes y servicios de
la política cada cuatro años. Cuando un cliente es decepcionado, una de las
posibles reacciones es no volver a comprar más el producto, o al comerciante.
Es importante recordar que los clientes valiosos suelen hacerse respetar. En la
política, para devolver un producto hay
que esperar un ciclo de gobierno, no obstante ello, nada nos impide reclamar en
los lugares donde se ejerce la “legítima defensa del consumidor”. El congreso
de la nación y todo organismo con representación social.
Lic. Claudio M. Pizzi
Director
www.dorbaires.com
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