La década pasada podría haber sido para la Argentina, la plataforma de lanzamiento hacia su desarrollo, pero lamentablemente representó una década más, a pesar de las excelentes condiciones internacionales que nos favorecieron a lo que comúnmente conocemos como " viento de cola". Los extraordinarios precios de los comodities sumados a la posibilidad de tomar créditos internacionales baratos y a un escenario local con un Brasil estable y demandante de productos nacionales era el gran escenario para el cambio, escenario que hoy no existe. Hay algunos datos
concretos que pueden ayudar a interpretar la situación o "herencia".
Altísimo déficit fiscal
(mayor a 5,5 puntos sobre el PBI), elevada presión tributaria (36% sobre el
PBI), elevado nivel de informalidad económica, elevado nivel de pobreza (30%), 4
años de falta de creación de empleos genuinos de fuente privada. Caída de la
producción industrial y caída de las exportaciones (25%) durante el período
2013 – 2015. Aumento de la desocupación “disfrazada” a través de la
incorporación de cientos de miles de personas al sector público.
Datos estadísticos del indec, ceped y
observatorio social de la UCA, demuestran que el PBI de la Argentina debería
crecer del 0,74% al 1,12% de la economía mundial para bajar la pobreza al 14%
de la población. La relación PBI pobreza indicaría que debería crecer un 50% en
dólares para lograr este objetivo.
Existen diferentes formas de medir y
definir la “pobreza”. Los países de la OCDE la miden en términos relativos y en
la Argentina se lo hace en términos absolutos. Los países de la OCDE consideran
pobres a personas que no lleguen al 50% de la mediana (promedio – valor de
posición central ) de los ingresos de la población, en cambio en Argentina, se
fija un nivel mínimo de ingresos que determina la cobertura de las llamadas
necesidades básicas.
La ilusión de vivir bien y la máquina de la
felicidad.
Una fuente alternativa de financiación artificial que
utilizan los estados para mantener un nivel de gasto elevado, es la impresión
de billetes. A través de este método se evita el endeudamiento y se agrega más
dinero a la economía. Esto genera la ilusión del consumo, por un tiempo. La
inflación es definida como el alza sostenida de los precios, y una forma de
generarla es a través de la emisión monetaria. Un ejemplo sencillo sería el
siguiente. Si 10 litros de leche costaran
10 pesos (un peso por litro), y en un lapso determinado de tiempo, la
producción se mantuviera constante (sin variaciones), y se duplicase la
cantidad de billetes en circulación, el litro de leche constaría dos pesos. Los
precios suben porque lo que baja es el valor de la moneda y se pierde el poder
de compra, lo que antes costaba un peso, ahora cuesta dos. Cuando la inflación
se acelera, los gobiernos apelan a medidas como control de precios,
prohibiciones, cepos cambiarios, intervenciones de diferente orden. Si la
emisión se sostiene, se empieza a perder rentabilidad, se producen
desabastecimientos y suben los precios. Hay sectores más protegidos que pueden realizar
acuerdos salariales y mantener el poder adquisitivo, pero esto no aplica a toda
la sociedad. Cuando el proceso se cierra, se lo hacer a través de lo que
conocemos como “ajuste”. En dicho punto,
aquellos que perdieron rentabilidad buscan recuperarla remarcando, y eso
provoca más inflación. Una inflación camuflada, contenida. Entre el 2010 y el
2011, los ingresos mejoraron pero luego se estancaron por el efecto
inflacionario, agravada por la devaluación del 2014. Los déficits fiscales se
generan cuando en la ecuación la política tiene un peso relativo en extremo
superior a la economía y esto se refleja en el crecimiento del gasto público,
el cual supera al crecimiento de los ingresos. Entre el año 2008 y el 2015, el
gasto creció 7 puntos sobre el PBI (14 de crecimiento de los gastos por sobre 7
de crecimiento de ingresos sobre el período citado). El déficit acumulado 2015, cifras del ministerio
de Hacienda, habría llegado a unos $ 209.856 millones (alrededor de 4,5% del
PBI), a lo que habría que sumar las asistencias del Banco Central y del Fondo
de Garantía de la Anses, lo que representa la descapitalización del Estado y un punto más de déficit sobre el PBI. El
camino de vuelta de una alta inflación no es el mismo camino a transitar que el
de ida. Para generar una alta inflación hay que emitir dinero en exceso. Para
bajar la inflación no basta con reducir la emisión monetaria. Hay que desactivar,
simultáneamente, el proceso de inercia inflacionaria. Los precios suben porque
suben los salarios y los salarios suben porque suben los precios.
¿Por
qué otros países emiten pero no generan inflación?
Bretton Woods es una pequeña localidad de New Hampshire, Estados Unidos en donde
en el año 1944 tuvo lugar una reunión de
la Conferencia Monetaria y Financiera de la Naciones Unidas. Allí, privó
la tesis
norteamericana en el diseño del sistema monetario mundial. Lo que significó la imposición
del dólar como moneda mundial, en detrimento de la libra esterlina. Al romper el patrón
oro, Estados Unidos adquirió un inmenso poder convirtiendo a su moneda en la
moneda de intercambio, sin asumir ninguna contrapartida frente al resto del
mundo. Desde el 2008, la FED (Banco central de los EE UU), implementó enormes
emisiones para financiar el exceso de gasto público, pero los precios no
sufrieron alteraciones, y eso es porque siendo moneda internacional de
intercambio, aceptada para transacciones, EE UU puede volcar el excedente fuera
de su territorio, aceptado por los ciudadanos de otras naciones. Eso no ocurre
ni ocurrirá en la Argentina.
Panorama de corto y
mediano plazo
Si
bien la economía de la Argentina, entendemos, se irá construyendo día a día
como ha ocurrido en las últimas décadas, existen algunos lineamientos trazados
que pueden entenderse como una política de cara a los años que le restan al
gobierno.
El
proceso en el cual se encuentra la Argentina es el siguiente:
Reducción
de la inflación, para ello se necesita reducir la emisión monetaria, y por
consiguiente es necesario reducir el gasto público. Esto implica reducir los subsidios otorgados a
través de las tarifas de servicios. Bajar la inflación a través de la emisión
de títulos (LEBACS) de corto plazo, lo que significa absorber el excedente de
pesos del mercado y contener la suba del dólar. Resolver el problema del acceso
al crédito internacional (un hecho en ese sentido fue el pago a los holdouts) y
liberar el tipo de cambio para normalizar las transacciones en moneda
extranjera. La idea del gobierno sería reducir el déficit al 4,8% del PIB a
finales de 2016, un 3,3% en 2017, 1,1% en 2018 y 0,3% para el 2019.
“Según la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) 127 millones de latinoamericanos, un 47% del mercado laboral,
pertenecen a la categoría de trabajo informal.”
Tres actores de
peso tendrán la responsabilidad de proyectar al país hacia el futuro.
En
la argentina, tenemos dos grandes sectores privados aportantes. El universo de
las grandes empresas argentinas y el de las pymes. Las primeras realizan
aportes a través de regalías. El modelo
de negocios argentino tiene gran presencia en el continente a través de las
franquicias. En 2008, 19 empresas multinacionales argentinas contaban con
alrededor de US$ 19 000 millones en activos externos, sus ventas en
el exterior alcanzaron los 21.000 millones de dólares, empleando a 42. 400 personas
en el exterior. Las 23 principales compañías transnacionales cuentan con
278 filiales en 62 países. Las áreas en donde actúan son: contratos
de suministros de turbinas y generadores para centrales hidroeléctricas,
siderurgia, energía eólica, alimentos, construcción, petróleo, hidrocarburos,
productos agropecuarios entre otros.
“Un estudio del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), dice
que en América latina y el Caribe existen 34 millones de empresas en su mayoría
pequeñas, informales y con un acceso limitado al crédito.”
Las PYMES en Argentina, representan
el 96% del universo empresarial del país (520.000) y generan el 45% del empleo.
4.000.000 de puestos. No están exentas a las características descriptas por el
BIB, tienen un alto grado de informalidad. El problema es que tiene buenas
chances de generar recursos vía exportación pero solo participan en un 4,6% de las exportaciones locales. Un 70% se destina a
América latina. Un 27% de ese 70%, tiene como principal cliente a una empresa
grande, según destaca un informe de la consultora Abeceb. Según un estudio de la
colega DNI, en América latina generan menos del 30% del producto bruto,
mientras que en las economías centrales su participación es del 60%. Las
pymes no llegan a explicar el 10% de las exportaciones. En la Unión Europea, la
participación es superior al 30%. En Japón y Corea, alrededor del 40%. Los países
que más crecen como receptores de exportaciones argentinas son los mercados
asiáticos, como Vietnam y Arabia Saudita, y europeos no tradicionales como
Polonia. Existen plazas que deparan nuevas oportunidades como: Sudáfrica,
Emiratos Árabes Unidos, Tailandia, Malasia, países del Magreb (Marruecos,
Tunez, Argelia).
Existen
países cuyos mercados son mucho más viables para las pymes argentinas, porque no
requieren de producción de escalas inaccesibles, como podrían ser China o la
India. Con la debida asistencia técnica, profesional y crediticia, las PYMES
pueden aportar mucho en término de ingresos genuinos al PBI vía exportaciones.
El
tercer sector que es inicialmente el más importante de todos en términos
relativos (por lo menos en esta etapa del país) es el estado. El estado a
través de la inversión pública necesaria para movilizar las industrias locales
y el consumo interno. Existe en la actualidad tratativas con el Export – import
Bank de los estados Unidos con el objeto de destrabar recursos para la
inversión directa. Es importante en este aspecto que la Argentina mejore su
calificación crediticia. De allí el trabajo conjunto entre el Eximbank quien financia y otorga garantías y seguros de
compras de bienes y servicios a EE.UU y el BICE. Los países del mundo quieren
tener acceso a información fidedigna de la Argentina para invertir. A pesar de
las trabas del sector, el gobierno ha anunciado planes de obras públicas cuyos
efectos se podrán observar en el 2017 y 2018.
Conclusiones
No
es sencillo realizar previsiones o futurología en un país como la Argentina.
Los profesionales serios podemos deducir a través de las decisiones tomadas e
investigar sobre líneas de acción para poder entender el presente y el futuro y
transmitírselo a los consumidores de información. El consultor, además, tiene la obligación de realizar interpretaciones racionales porque no puede
aconsejar sobre la base del vínculo emocional o la simpatía o antipatía sobre
un partido político o gobierno.
La
actualidad es dura, producto del despilfarro de recursos del pasado. El país
atraviesa un proceso de ajuste natural, necesario, imprescindible para
equilibrar cuentas fiscales y transparentar precios. La inflación es un grave
problema que podrá corregirse con inversiones que puedan desarrollar la oferta
de productos y servicios. Una administración seria y cuidadosa de los recursos
es importante al igual que el acceso al crédito externo aplicado al desarrollo
productivo del país. El camino trazado en la actualidad es “bastante correcto”,
pero necesita de cuidados intensivos, sobre todo cuando se trata de proteger
(no “sobreproteger”) la industria local y conservar las fuentes de
trabajo. La reconversión de la
Argentina, de un país populista o derechista a uno racional no extremista pero con
sensibilidad social, no es sencillo. Las perspectivas son buenas y dependerán
del comportamiento de la sociedad en términos de compromiso con la causa.
Un estudio
realizado por Tax Justice Network publicado por el diario el Cronista Comercial,
remarca que el dinero colocado en paraísos fiscales equivale
al Producto Bruto Interno (PBI) combinado de Estados Unidos y Japón, esto es
entre 21 y 32 billones de dólares. De esa suma, los millonarios argentinos
aportan U$S 399.000 millones. El informe sólo toma en cuenta la riqueza
financiera y excluye otros activos como propiedades inmobiliarias. Para que un país pueda crecer y desarrollarse de manera sustentable, quien primero debe creer en él son sus ciudadanos. ¿Si los
argentinos no creen en los argentinos, porque el resto de los ciudadanos del
mundo deberían creer en nuestro país?
Las perspectivas son buenas porque a la argentina le
sobran recursos naturales y posibilidades de desarrollo. El desafío del gobierno
en materia económico – financiera es el de atraer fondos que aplicados de
manera estratégica generen las condiciones de confiabilidad para los inversores
tanto extranjeros como nacionales e impulsar a las PYMES al cambio y adecuación necesaria para que puedan integrarse al mundo y aportar puestos de trabajo para el mercado local y fondos por operaciones de comercio exterior.
Ese sueño de la gran industria nacional puede ser posible articulando los resortes correctos y acordando líneas de acción que trasciendan el eje de tiempo de los períodos presidenciales.
Lic. Claudio
M. Pizzi
Director
www.dorbaires.com
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