Existe una palabra
mágica en management, “liderazgo”. Se habla y se escucha mucho acerca de ella
pero en realidad se entiende muy poco del tema. En la actualidad hay muchas
teorías circulando. Algunas se orientan a pensar que un líder puede ser
“creado” arbitrando algunos aspectos o características de los individuos. En
definitiva, “se trata de conducir”, entonces, el reto del liderazgo parecería
ser el “aprender a conducir personas”.
Este es solo un
aspecto del tema. La construcción del liderazgo encierra algunos peligros y
esto tiene que ver con la esencia de la persona y los instrumentos que se
utilizan para llegar a su creación.
En la actualidad el
marketing político, la comunicación, el manejo de los gestos y los colores
suelen ser combinados en programas de aprendizaje. Una vez concluido el
experimento, nace el líder. Ahora bien, ¿qué aspectos deberíamos tomar en
cuenta para saber si este líder será “positivo” para una comunidad u
organización determinada?
Algunos se sorprenden
del fenómeno “Trump”, recordemos que Estados Unidos tuvo a los “Bush” en sendas
presidencias (2001-2009). No se trata de un fenómeno local, latinoamericano. Las
“sorpresas electorales” existen desde que se creó la política.
Existen muchos mitos
en términos de lo que “debería ser un país”. Algunos de ellos son muy bien
utilizados para mantener el sistema en el subdesarrollo. Esta mitología se da
tanto a la izquierda como a la derecha de las opiniones de la sociedad.
Habitualmente
escuchamos frases como estas: “un país no es una empresa”, “los ciudadanos no
son clientes”, “un país no se maneja como una empresa”. “El estado debe ser
grande para controlar a los poderes del mercado”, “cuanto más interfiere el
estado, peor es”. “La culpa es del populismo, la culpa es de la derecha
conservadora“, etc., etc…
Sobre todos estos
aspectos, me gustaría citar algunos indicadores que se utilizan generalmente
para evaluar el éxito empresarial. Entre ellos encontramos (revisa Fortune) la Innovación, la calidad de la gerencia,
el valor de la inversión a largo plazo, la responsabilidad corporativa para con
la comunidad y el ambiente, la habilidad de atraer y retener gente talentosa,
la calidad de los productos y servicios, la solidez financiera, el uso acertado
de los activos de la empresa.
Repasando la lista y evaluando a la Argentina,
podremos observar que es en extremo difícil encontrar estas condiciones, motivo
por el cual el país no alcanza un nivel de desarrollo y cuenta con pobreza
estructural mayor al 30%.
El país es una empresa, conducida por líderes,
algunos de mayor rango, otros menores. La sociedad es quien decide otorgarles
el poder para “obrar” en representación de ella.
El fracaso del
liderazgo, es el fracaso de las sociedades.
Un país fracasa
cuando sus ciudadanos están más preocupados por el precio del kilo de la carne
que por el funcionamiento de sus instituciones. Cuando privilegia el “consumo” por sobre los valores y
principios”. Cuando la sociedad entrega el poder de decisión a personas que
fueron “construidas para liderar” pero que en esencia, “no tienen lo que se
necesita” para ser líderes positivos.
El experimento Trump
es la prueba. Habita en las sociedades
decepcionadas por las políticas tradicionales y crea un marco de incertidumbre
a futuro.
Un país es una
empresa que mal manejada puede naufragar. En una empresa seria, no se toma personal sin necesidad porque afecta la
productividad y la rentabilidad. No se gasta más de lo que ingresa, se cuida el
capital de trabajo, se cuida a los clientes internos (empleados) y externos
(consumidores). No se utiliza el flujo
de fondos para beneficio personal, ni se incorpora parientes sin capacidad de
gestión. Si todo esto ocurre, el
problema no es la empresa, ni sus empleados, ni sus clientes, no es el mundo,
son los líderes. La diferencia con la política es que los líderes surgen de la
sociedad.
El liderazgo es un
tema de actualidad pero entenderlo no es tan sencillo. Sobre todo, si
observamos los resultados en términos de gestión, visión y sustentabilidad en
la Argentina.
Un líder positivo no surge de una fórmula
mágica ni tiene que ver con un proceso de construcción mediático. Encontrarlo
es buscar en su esencia y no siempre las sociedades están dispuestas a dejar de
lado sus miserias, hacer autocrítica y darle el valor que tiene a la ética, la
honestidad, la responsabilidad, el bien común, la institucionalidad.
El equipodorbaires
www.dorbaires.com
FUENTE IMAGEN: http://cdn.crhoy.net/imagenes/2016/11/trumpX.jpg