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jueves, 24 de abril de 2014

Argentina y los termómetros de la democracia.


Si hay un rasgo que caracteriza a los argentinos es el “ego desmedido”. Se pueden encontrar muchas bromas al respecto. Recuerdo puntualmente dos. La primera nace con una pregunta: ¿cómo se suicida un argentino?, la respuesta es: “Se sube arriba de su ego y se tira”. La segunda es un consejo para hacer negocios, y es “comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale”. 





Me parece un aspecto interesante para plantear una teoría sobre nuestra inteligencia colectiva que es aquella que tiene que ver con nuestras formas de hacer y pensar, en definitiva con la aptitud y la actitud en torno de las cosas importantes.
Seríamos injustos si dijéramos que en argentina no hay ejemplos de personas a destacar en el arte, la literatura, las ciencias, la historia, la política, etc. Pero debemos ser claros en este aspecto. Colectivamente, como sociedad, dejamos mucho que desear y la prueba está en el país que tenemos luego de varias décadas de democracia. Estoy convencido que no nos parecemos en nada a Suecia, Suiza, Canadá, Finlandia, Australia o a algunos de nuestros vecinos como Uruguay o Chile.

Uno de los aspectos a subrayar respecto de los errores por nosotros cometidos, se encuentra en confundir los resultados con el diagnóstico. Para entender el problema quisiera utilizar el ejemplo de los termómetros.
En argentina solemos creer que “las cosas van bien o mal” si la “economía va bien o mal”, es decir que si a nuestro bolsillo entra dinero, “señal” que las cosas están bien, pero si es al revés, las cosas están mal. Con esta línea de pensamiento podríamos decir que para que nos vaya bien como nación, deberíamos apuntarle a la economía, y si seguimos deduciendo podríamos terminar en afirmar que el ministro más importante del país es el de economía, o que un gran presupuesto es la solución a los problemas. “Si hay problemas de educación, se arreglan con un buen presupuesto para educación”.

Si la teoría es correcta, entonces: ¿cómo se explica que a un país le vaya mal si los productos que vende (materia prima alimentaria) tienen precios en alza, el mercado internacional tiene excedentes de fondos y quiere invertir y los costos de la financiación a nivel mundial son excelentes?, ¿acaso no son estas las mejores condiciones que pueden encontrar cualquier empresa, país o región en un mercado competitivo? (buena financiación, inversores y clientes dispuestos a comprar sus productos a precios elevados, históricamente por las nubes), ¿cómo se explica que en algunos campos y a pesar de haberse duplicado los presupuestos en ellos, la argentina se encuentra peor como por ejemplo su nivel de infraestructura, la calidad de vida de la sociedad, la educación, la justicia, la burocracia estatal, el humor social, el respeto por el prójimo, etc.?

La respuesta no está en la simplificación. Ese es el error, el creer que mirando tan solo un termómetro, los problemas del país se pueden solucionar. Existen otros termómetros en una organización - país.  El termómetro educación, el termómetro cultura,  y otros como los principios y valores, la ética, el bien común, e incluso algunos más sofisticados como la estrategia, la capacidad de liderazgo y las reglas de juego, es decir las normas y dentro de las normas, la justicia. Estos otros termómetros a mi criterio, son los más importantes, son los que también hay que controlar si se pretende tener un país sustentable en el tiempo.
Durante décadas los argentinos, hemos mirado solamente una ciencia, la económica. La hemos separado de las otras y revisado desde los extremos de la política (la izquierda y la derecha, la derecha y la izquierda). Es imposible encontrar respuestas sólidas para un país en crisis tan solo mirando las “cuestiones económicas” porque son las crisis de valores las que traen las crisis económicas como las nuestras. En argentina, han importado muy poco las ciencias de la administración, la sociología, el marketing. Tan solo se han utilizado sus derivados (marketing político) a la hora de construir candidatos a presidente, no importa de qué década, signo político o religión sea.

Mirar una sola ciencia es como negar la existencia del resto de los termómetros y sus colores. ¿Qué ha pasado con la argentina en esos otros aspectos?, la respuesta es “lo peor”. Falta de proyectos, de planes estratégicos de desarrollo, de criterios rectores en las asignaciones de recursos.
Nos hemos distraído observando: las tasas de interés, el tipo de cambio del dólar, la presión fiscal, el desborde inflacionario, la balanza de pagos, el déficit, etc., etc., creyendo que estos indicadores, que forman parte del termómetro económico, es lo único a atender. De hecho, es común escuchar en argentina la frase: “la gente vota con el bolsillo”. No nos pusimos a pensar que son. "la consecuencia de".

¿Se puede tener un país rico repleto de personas ignorantes e incultas?, ¡se puede! Lamentablemente se puede. La riqueza económica no es sinónimo de desarrollo. Los países no progresan por los logros económicos sino por los sociales. Los países que perduran, los que pueden sostener un nivel de vida razonable y aceptable para sus comunidades presentes y futuras son aquellos que progresan “colectivamente”, y para ellos se necesita de la “inteligencia colectiva”, la cual puede medirse con los restantes termómetros. Es la inteligencia colectiva la que genera los resultados económicos y si no es así echemos un vistazo a cierta parte de la sociedad a la que no le hace falta nada, gana buen dinero, viaja al exterior, manda a sus hijos a escuelas de primer nivel y no dejan de ser “maleducados, reaccionarios y marginales a la hora de respetar las reglas”. "Son los que bajan las ventanillas de los autos importados y tiran los papeles, cigarrillos y vasos plásticos por la ventana sin importarle el medio ambiente que los rodea, o los que discuten con el oficial de tránsito y llegan al insulto a pesar de haber sido detenidos por excesos de velocidad o ebriedad, por ejemplo."

Es un error creer que una economía en crecimiento genera mejores condiciones para la sociedad. Una economía en crecimiento derrama pesos en el mercado. Son las políticas y los sistemas de valores los encargados de potenciar los recursos económicos, de hacer que esos recursos se transformen en desarrollo.

Veamos cómo opera en la práctica, en términos de degradación colectiva la “erosión” de los valores. Observemos que ocurre por no mirar uno de los problemas más nocivos de toda sociedad, la corrupción.

TERMÓMETRO REGLAS DE JUEGO: (JUSTICIA – CORRUPCIÓN)




La corrupción es un flagelo que se debe combatir con absoluto rigor. Debe ser considerado un delito grave.
Se puede tolerar un pequeño porcentaje de corrupción en el gobierno, pasa en todos los países del mundo.
Por lo menos “éstos que nos gobiernan roban pero hacen”
En todo gobierno siempre habrá corruptos, esta condición jamás cambiará.

¿Acaso podemos ser tan ingenuos de pensar que una sociedad puede funcionar y desarrollarse si buena parte de ella piensa que: “En todo gobierno siempre habrá corruptos, esta condición jamás cambiará”?, y peor aún si cree que solo unos pocos podrán ser condenados y los dineros robados devueltos.

La economía es la síntesis, es el resultado, no el proceso. Una sociedad sana genera una economía sana. Cuando la economía se utiliza para hacer política populista surgen los parches. Las enmiendas suelen ser peores que el mismísimo mal. Los subsidios sin reglas de juego, los impuestos mal cobrados como ingresos brutos, ganancia mínima presunta, tasas municipales desorbitadas, débitos y créditos bancarios, retenciones, impuesto a las rentas del trabajo, son algunos de los ejemplos que los argentinos sufrimos a diario sin ver ninguna clase de beneficio.

Para finalizar, no es bueno confundir “populismo” con “popular”. Mercedes Sosa era popular. Cantaba como los dioses, llegaba a las masas y producía espectáculos de gran calidad. Al igual que en el arte, las políticas populares no tienen porque ser de mala calidad. Para cambiar estos principios y contradicciones primero debemos hacerlo nosotros. Aprender a votar en democracia y sobre todo a darle a cada termómetro, el valor relativo que le corresponde.

Yo sé que es una tentación tocarse el bolsillo cuando uno entra en el famoso “cuarto oscuro”. Si hubiéramos pensado en el bien común a la hora de hacerlo, posiblemente hoy la argentina, dada su incalculable riqueza, sería una potencia mundial. No es casualidad que el premio Nobel S. Kuznets dijera alguna vez que existen en esta tierra, 4 tipos diferentes de países, los desarrollados, los subdesarrollados, Argentina (lo tiene todo y ha hecho muy poco) y Japón (con nada lo ha hecho todo), por algo será, ¿no le parece?


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