Si
hay un rasgo que caracteriza a los argentinos es el “ego desmedido”. Se pueden
encontrar muchas bromas al respecto. Recuerdo puntualmente dos. La primera nace
con una pregunta: ¿cómo se suicida un argentino?, la respuesta es: “Se sube
arriba de su ego y se tira”. La segunda es un consejo para hacer negocios, y es
“comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale”.
Me parece un aspecto interesante para plantear una teoría sobre nuestra
inteligencia colectiva que es aquella que tiene que ver con nuestras formas de
hacer y pensar, en definitiva con la aptitud y la actitud en torno de las cosas
importantes.
Seríamos
injustos si dijéramos que en argentina no hay ejemplos de personas a destacar en el arte, la literatura, las ciencias, la historia, la política, etc. Pero debemos
ser claros en este aspecto. Colectivamente, como sociedad, dejamos mucho que
desear y la prueba está en el país que tenemos luego de varias décadas de
democracia. Estoy convencido que no nos parecemos en nada a Suecia, Suiza,
Canadá, Finlandia, Australia o a algunos de nuestros vecinos como Uruguay o
Chile.
Uno
de los aspectos a subrayar respecto de los errores por nosotros cometidos, se
encuentra en confundir los resultados con el diagnóstico. Para entender el
problema quisiera utilizar el ejemplo de los termómetros.
En
argentina solemos creer que “las cosas van bien o mal” si la “economía va bien
o mal”, es decir que si a nuestro bolsillo entra dinero, “señal” que las cosas
están bien, pero si es al revés, las cosas están mal. Con esta línea de
pensamiento podríamos decir que para que nos vaya bien como nación, deberíamos
apuntarle a la economía, y si seguimos deduciendo podríamos terminar en afirmar
que el ministro más importante del país es el de economía, o que un gran
presupuesto es la solución a los problemas. “Si hay problemas de educación, se
arreglan con un buen presupuesto para educación”.
Si la teoría es correcta, entonces: ¿cómo se explica que a un país le vaya mal si los productos
que vende (materia prima alimentaria) tienen precios en alza, el mercado
internacional tiene excedentes de fondos y quiere invertir y los costos de la
financiación a nivel mundial son excelentes?, ¿acaso no son estas las mejores
condiciones que pueden encontrar cualquier empresa, país o región en un mercado competitivo?
(buena financiación, inversores y clientes dispuestos a comprar sus productos a
precios elevados, históricamente por las nubes), ¿cómo se explica que en
algunos campos y a pesar de haberse duplicado los presupuestos en ellos, la
argentina se encuentra peor como por ejemplo su nivel de infraestructura, la
calidad de vida de la sociedad, la educación, la justicia, la burocracia
estatal, el humor social, el respeto por el prójimo, etc.?
La
respuesta no está en la simplificación. Ese es el error, el creer que mirando
tan solo un termómetro, los problemas del país se pueden solucionar. Existen
otros termómetros en una organización - país.
El termómetro educación, el termómetro cultura, y otros como los principios y valores, la
ética, el bien común, e incluso algunos más sofisticados como la estrategia, la
capacidad de liderazgo y las reglas de juego, es decir las normas y dentro de
las normas, la justicia. Estos otros termómetros a mi criterio, son los más
importantes, son los que también hay que controlar si se pretende tener un país
sustentable en el tiempo.
Durante
décadas los argentinos, hemos mirado solamente una ciencia, la
económica. La hemos separado de las otras y revisado desde los extremos de la
política (la izquierda y la derecha, la derecha y la izquierda). Es imposible
encontrar respuestas sólidas para un país en crisis tan solo mirando las
“cuestiones económicas” porque son las crisis de valores las que traen las crisis
económicas como las nuestras. En argentina, han importado muy poco las
ciencias de la administración, la sociología, el marketing. Tan solo se han
utilizado sus derivados (marketing político) a la hora de construir candidatos
a presidente, no importa de qué década, signo político o religión sea.
Mirar
una sola ciencia es como negar la existencia del resto de los termómetros y sus
colores. ¿Qué ha pasado con la argentina en esos otros aspectos?, la respuesta
es “lo peor”. Falta de proyectos, de planes estratégicos de desarrollo, de
criterios rectores en las asignaciones de recursos.
Nos
hemos distraído observando: las tasas de interés, el tipo de cambio del dólar,
la presión fiscal, el desborde inflacionario, la balanza de pagos, el déficit,
etc., etc., creyendo que estos indicadores, que forman parte del termómetro
económico, es lo único a atender. De hecho, es común escuchar en argentina la
frase: “la gente vota con el bolsillo”. No nos pusimos a pensar que son. "la consecuencia de".
¿Se
puede tener un país rico repleto de personas ignorantes e incultas?, ¡se puede!
Lamentablemente se puede. La riqueza económica no es sinónimo de desarrollo.
Los países no progresan por los logros económicos sino por los sociales. Los
países que perduran, los que pueden sostener un nivel de vida razonable y
aceptable para sus comunidades presentes y futuras son aquellos que progresan
“colectivamente”, y para ellos se necesita de la “inteligencia colectiva”, la
cual puede medirse con los restantes termómetros. Es la inteligencia colectiva
la que genera los resultados económicos y si no es así echemos un vistazo a
cierta parte de la sociedad a la que no le hace falta nada, gana buen dinero, viaja
al exterior, manda a sus hijos a escuelas de primer nivel y no dejan de ser “maleducados,
reaccionarios y marginales a la hora de respetar las reglas”. "Son los que bajan
las ventanillas de los autos importados y tiran los papeles, cigarrillos y
vasos plásticos por la ventana sin importarle el medio ambiente que los rodea, o los que discuten con el oficial de tránsito y llegan al insulto a pesar de haber sido detenidos por excesos de velocidad o ebriedad, por ejemplo."
Es
un error creer que una economía en crecimiento genera mejores condiciones para
la sociedad. Una economía en crecimiento derrama pesos en el mercado. Son las
políticas y los sistemas de valores los encargados de potenciar los recursos
económicos, de hacer que esos recursos se transformen en desarrollo.
Veamos
cómo opera en la práctica, en términos de degradación colectiva la “erosión” de
los valores. Observemos que ocurre por no mirar uno de los problemas más
nocivos de toda sociedad, la corrupción.
TERMÓMETRO REGLAS DE JUEGO:
(JUSTICIA – CORRUPCIÓN)
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La corrupción es un flagelo
que se debe combatir con absoluto rigor. Debe ser considerado un delito grave.
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Se puede tolerar un pequeño porcentaje de corrupción en el gobierno, pasa en todos los países del mundo.
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Por lo menos “éstos que nos
gobiernan roban pero hacen”
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En todo gobierno siempre
habrá corruptos, esta condición jamás cambiará.
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¿Acaso
podemos ser tan ingenuos de pensar que una sociedad puede funcionar y
desarrollarse si buena parte de ella piensa que: “En todo gobierno siempre
habrá corruptos, esta condición jamás cambiará”?, y peor aún si cree que solo
unos pocos podrán ser condenados y los dineros robados devueltos.
La
economía es la síntesis, es el resultado, no el proceso. Una sociedad sana
genera una economía sana. Cuando la economía se utiliza para hacer política
populista surgen los parches. Las enmiendas suelen ser peores que el mismísimo
mal. Los subsidios sin reglas de juego, los impuestos mal cobrados como
ingresos brutos, ganancia mínima presunta, tasas municipales desorbitadas, débitos
y créditos bancarios, retenciones, impuesto a las rentas del trabajo, son
algunos de los ejemplos que los argentinos sufrimos a diario sin ver ninguna
clase de beneficio.
Para
finalizar, no es bueno confundir “populismo” con “popular”. Mercedes Sosa era
popular. Cantaba como los dioses, llegaba a las masas y producía espectáculos
de gran calidad. Al igual que en el arte, las políticas populares no tienen
porque ser de mala calidad. Para cambiar estos principios y contradicciones
primero debemos hacerlo nosotros. Aprender a votar en democracia y sobre todo a
darle a cada termómetro, el valor relativo que le corresponde.
Yo
sé que es una tentación tocarse el bolsillo cuando uno entra en el famoso “cuarto
oscuro”. Si hubiéramos pensado en el bien común a la hora de hacerlo,
posiblemente hoy la argentina, dada su incalculable riqueza, sería una potencia
mundial. No es casualidad que el premio Nobel S. Kuznets dijera alguna vez que
existen en esta tierra, 4 tipos diferentes de países, los desarrollados, los
subdesarrollados, Argentina (lo tiene todo y ha hecho muy poco) y Japón (con
nada lo ha hecho todo), por algo será, ¿no le parece?
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