Llegan épocas de cambio para la Argentina. Nace un país muy diferente. Los conflictos son una realidad, pero son una realidad pasajera.
De
seguro, muchos argentinos estarán a la expectativa deseando iniciar sus
proyectos o continuar aquellos que han sido parcialmente abandonados o
congelados. A continuación vamos a dar algunos puntos de vista que servirán
para clarificar el panorama para estos próximos cuatro años.
Hacer
“futurología” es sumamente complejo, porque los destinos de una nación dependen
de una serie de variables entre las cuales se encuentran las expectativas
económicas, pero hay otras, otras de extrema importancia que dan soporte a lo
económico.
Si
analizamos cómo se forma por ejemplo un cuadro de mando integral (CMI),
herramienta para realizar el control de gestión de una empresa, concebida
originalmente por D. Norton y R. Kaplan, apreciaremos cuatro perspectivas: La de
los procesos internos, que contemplan la calidad, el tiempo de respuesta, los
costos, la introducción de nuevos productos. La de la formación y el
crecimiento, en donde por ejemplo, los temas a trabajar serían la satisfacción
de los empleados o la disponibilidad de los sistemas de información. La
perspectiva de los clientes, su fidelización, retención, cuota de mercado, y
por último, la financiera, en la cual se representa el valor agregado, la
rentabilidad de las inversiones. Cada una de estas persigue objetivos concretos
como hemos definido aquí.
Si
uno observa la configuración del mapa estratégico de un CMI, éste arranca desde
la perspectiva del aprendizaje y crecimiento, sigue a través de los procesos
internos, sube un nivel más hasta la perspectiva de los clientes y termina en
la “financiera”.
Lo
que ha ocurrido en la Argentina, se puede asemejar a una mala interpretación de
un CMI. Lo que se ha querido arbitrar en los últimos tiempos, son los
resultados, por los resultados mismos. El cepo cambiario ha operado como si en
un país, que es “una gran organización”, existiese solamente una sola
perspectiva, la financiera.
En
una nota anterior, yo he dicho que “los problemas reales de la economía, no son
económicos”. Esto significa que no se trata solamente de arbitrar los recursos
tangibles (tierra, trabajo y capital), sino que además existen procesos
intangibles que de no ser resueltos, trabajados, medidos y parametrizados
adecuadamente, no generan los beneficios que se pretenden.
Los
resultados de mediano y largo plazo, en cualquier gestión, sea una empresa, un
emprendimiento, o un país, son la “consecuencia
de” y no otra cosa. Los resultados de corto plazo, son parches, decisiones que
comprometen el futuro en términos del bienestar del presente.
Los
resultados son el efecto, y no la causa, y lo económico – financiero, si lo
observamos en un horizonte temporal más largo, tiene que ver con “lo que hemos
hecho” respecto de las restantes perspectivas. Como hemos trabajado para
mejorar la calidad de nuestros empleados, de nuestros procesos internos. Cómo
hemos manejado las relaciones con los clientes, usuarios, ciudadanos,
dependiendo del caso de que se trate, y finalmente, que tan bien hemos llevado
adelante las políticas financieras, económicas, “monetarias”, de la
organización - país.
Existen
tantas variables que juegan su partido en un contexto organizacional que no es
posible vaticinar lo que “puede ocurrir en el futuro”. Por eso las ciencias
económicas trabajan con escenarios, con criterios (pesimista, optimista, conservador)
y con probabilidades, porque a un contexto interno, le debemos agregar el
externo. Aunque pudiéramos estar completamente seguros de lo que ocurre en la
Argentina, no podemos prever lo que podría ocurrir en el mundo. No obstante
ello, “sí podemos hacer cosas” para trabajar sobre “la incertidumbre”, y es
justamente sobre los objetivos de las diferentes perspectivas que hemos
nombrado.
Cualquiera
sea el rumbo que la Argentina tome a partir de una nueva etapa democrática, no
debemos olvidar lo siguiente:
“No
hay problema económico – financiero que no se lo pueda resolver. Existen tantos problemas como herramientas.”
“A
partir de lo expuesto, podemos decir que no todo problema económico financiero,
se genera a partir de esta perspectiva, puede que sea el producto de una cadena
de causas y efectos”.
“Todo
cambio genera turbulencia, es el precio que se debe pagar para llegar a una
estabilidad.”
“El
precio será caro o barato, dependiendo si se pagará por única vez y
representará una inversión para el futuro”.
“Los
resultados rápidos sirven para el corto plazo, no sirven para el futuro”.
“La
paciencia en una organización, en un país, significa respetar el tiempo natural
de las cosas, que es distinto al cronológico”.
“La
forma de saber si estamos mal, pero vamos en el camino correcto, es entender si
se están llevando a cabo, reformas estructurales que tienen que ver más con la
cultura, los valores, las estrategias, los procesos, que con aspectos meramente
coyunturales”.
Finalmente
recuerde que entre otras cosas, el valor del dólar, o de la tasa de interés, es
simplemente un precio que con sentido común, criterio y medidas racionales, se
puede corregir. Si usted me pregunta, que me preocupa más del futuro, le diré
que no es la devaluación de la moneda, sino la devaluación de la moral y los
principios, la devaluación de las palabras “respeto, productividad, responsabilidad,
eficiencia, honestidad, eficacia, compromiso, disciplina, calidad,
honorabilidad, equidad, bien común”.
Piense
en su empresa que por allí está atravesando algunos inconvenientes. Piense que
sin estos conceptos intangibles cualquier recurso siempre le será escaso. La
Argentina y los emprendedores, tienen una enorme oportunidad, depende de
nosotros y cuan profesionales seamos a la hora de interpretar los problemas, de
verlos en “perspectiva” y de aplicar las
soluciones de fondo que sean necesarias.
Lic. Claudio M. Pizzi
Director
www.dorbaires.com
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