Hemos hablado en este
blog mucho del apego. Pero menos de la empatía, la otra capacidad parental
fundamental. Hoy vamos a dedicar un post a la misma, a raíz de que he devorado,
desde que llegó a mis
,un
libro de Simon Baron-Cohen (experto en el tema) titulado: “Empatía
cero. Nueva teoría de la crueldad”
Publicado por la Editorial Alianza. Me ha
sorprendido porque me ha aportado una visión hasta ahora desconocida para mí:
no siempre tener cero grados de empatía (usando la expresión de Baron-Cohen)
puede ser negativo.
La empatía
El autor comienza exponiendo su
de empatía.
El núcleo fundamental de dicha definición es que
para mostrar empatía o para ser empáticos debemos identificar lo que la otra
persona siente o piensa y responder ante sus pensamientos y sentimientos con
una emoción adecuada.
Ambos componentes son necesarios para que se dé
empatía: reconocimiento y respuesta. Porque si se tiene la primera sin la
última, no se empatizará en absoluto. Si un psicópata sintiera una punzada de
lástima al violar a una
no lo haría en absoluto.
Probablemente, pueda identificar los pensamientos
de la víctima pero no puede responder con una emoción adecuada ante los mismos.
Porque para el psicópata el otro es un ello (objeto) y no un tú (sujeto)
El libro de Baron-Cohen es excelente porque además
de definir la empatía, nos entrega un instrumento para medirla y establece, a
partir del mismo, niveles de empatía.
Niveles de empatía
Nivel 0
Una persona que se encuentra en este nivel no tiene
empatía en absoluto. En este nivel las personas son capaces de cometer delitos,
entre los que se incluyen asaltos, asesinatos, torturas y violaciones. Cuando
se les indica que han hecho daño a otros, esto no significa nada para ellos.
No pueden experimentar remordimiento o culpa,
porque simplemente no entienden qué siente la otra persona. Para Baron-Cohen es
el extremo máximo: lo que él denomina “cero grados de empatía”
Nivel 1
En este nivel una persona puede hacer daño a los
demás, pero puede reflexionar hasta cierto
sobre lo que ha hecho y mostrar
su arrepentimiento. Lo que ocurre es que llegado el momento no pueden
detenerse. No hay respuesta emocional adecuada y por tanto, carecen de
autocontrol.
Aquí se pueden incluir muchas personas que
maltratan a los demás: pueden reconocer que está mal pero no pueden integrarlo
en su mente para no pasar al acto. En determinadas circunstancias pueden
activar la empatía pero les puede su temperamento violento.
Aquí podríamos incluir a los padres o cuidadores
que en entrevista te dicen que sí, que no deben maltratar a su hijo pero ante
una conducta de éste que valoran como intolerable, le pegan una paliza.
Nivel 2
Aquí se dispone de suficiente empatía para
vislumbrar cómo se siente la otra persona, lo cual hará que evite cualquier
de agresión
. Sin embargo puede gritar y decir cosas dañinas a los demás. Necesita de otro
que se lo haga notar y le diga que se ha excedido y ha dicho cosas que han
podido herir.
Son personas que se meten constantemente en
problemas debido a su
de
, ya sea en el
o en
. A todos nos vienen a la mente nombres de personas que conocemos. Les cuesta,
a pesar de los problemas que surgen, comprender qué es lo que han hecho mal.
Nivel 3
Estas personas, en este nivel, son conscientes de
que tienen problemas de empatía y es posible que lo intente ocultar. Es un
esfuerzo por fingir ser normal que puede ser agotador y estresante.
Las interacciones sociales les resultan complicadas
porque no entienden las bromas de los demás, las expresiones faciales de los
otros tampoco las comprenden bien y no están seguras sobre lo que se espera de
ellas. Lo único que desean es estar solos y ser ellos mismos.
Nivel 4
Son personas cuya empatía se haya un tanto
embotada. Tienen un promedio bajo de empatía. Prefieren conversaciones que se
ciñen a tópicos que no incluyan emociones. Se sitúan más
que mujeres a este nivel; son
aquéllos que prefieren arreglar un coche que sostener conversaciones sobre
sentimientos.
Las amistades se basan más en actividades e
intereses compartidos que en una intimidad emocional. Las personas con
disposición al apego evitativo podrían situarse aquí.
Nivel 5
Las personas a este nivel poseen un nivel de
empatía ligeramente superior. En este nivel se incluyen más mujeres que
hombres. Aquí las amistades se basan en la intimidad emocional, en compartir
confidencias, brindarse apoyo mutuo, palabras de comprensión… Hay sintonía y
conexión emocional, propias del apego seguro.
Son personas cuidadosas en la forma de interactuar
con los demás y se tienen en cuenta los sentimientos de los otros. Se dejan
asesorar por los otros y sus puntos de vista en la toma de decisiones.
Nivel 6
Aquí se sitúan personas con una empatía
extraordinaria. Se centran continuamente en los sentimientos de la otra persona.
No escatiman esfuerzos para captar cómo se sienten y ofrecerles ayuda. Se
dispone de un talento natural y extraordinario para sintonizar, conectar y
resonar emocionalmente con las personas.
Quien está con este tipo de personas superdotadas
para la empatía, sienten rápido que son capaces de captar su mundo interior y
generar confianza y seguridad para poder abrirse.
Las carencias de empatía
parental
En el ámbito de la protección del menor, los
adultos que maltratan a los niños (les pegan, lesionan, a veces con mucha
crueldad; o les insultan y vejan psicológicamente, machacando su autoestima),
se muestran negligentes (por ejemplo, salen de juerga y al día siguiente no se
levantan hasta las cinco de la tarde, dejando a su hijo sin la atención y
debida satisfacción de sus necesidades físicas y psicológicas durante horas) o
abandonan (un padre que abandona el hogar familiar sin darle ninguna
explicación coherente al niño/a, dejándole sumido en el dolor y en la
desorientación) son personas que se sitúan como mucho entre el nivel 0 y 2. Lo
más probable que entre el 0 y el 1.
Creo que es necesario determinar si el déficit de
empatía causante de la incapacidad parental es permanente o transitorio (quizá
determinadas condiciones de vida han desconectado temporalmente los circuitos
de la empatía, pero cuando estas condiciones adversas se restauran, ese padre o
madre pueden funcionar con niveles de empatía más altos)
Los niveles de empatía
parental
En este sentido, creo que
la clasificación que nos ofrecen los profesores Barudy y Dantagnan es muy
clarificadora, y
compatibiliza bien con los niveles que define Baron-Cohen. Creo que es más
apropiada para el ámbito de la protección del menor:
Para Barudy y Dantagnan, “la empatía es un
conjunto de constructos cuya finalidad es comprender la emoción del otro,
comprender la respuesta emocional en uno mismo y tener en cuenta las
características de la situación para finalmente tomar decisiones para una
acción adecuada.
Barudy y Dantagnan contemplan los siguientes
niveles de empatía en los padres y madres –o cuidadores– que capacitan en mayor
o menor medida a los mismos en sus funciones parentales/marentales:
Ausencia de empatía:
Son padres y madres que no pueden acceder al mundo emocional y a las
necesidades de sus hijos. En este sentido, no hay capacidad reflexiva. Los
padres no pueden ver a sus hijos como sujetos con ideas, intenciones o deseos
propios.
Trastorno de la empatía:
Los padres y las madres malinterpretan las señales con las que sus hijos
manifiestan sus necesidades. Los padres y las madres tienden a proyectar sus
propias vivencias o sentimientos en los niños.
Habilidad empática
deficiente: Los padres y las madres tienen pocas habilidades
sociales y comunicativas para expresar o transmitir lo que sienten a sus hijos.
Pueden ponerse en su lugar y llegar a sentir como ellos pero no saben cómo
transmitir esas vivencias.
Dificultad para la
expresión de la empatía: Los padres y las madres no pueden expresar lo que
sienten a sus hijos debido a contextos sociales estresantes. Por ejemplo:
víctimas de pobreza, exclusión social, enfermedad, crisis económica, problemas
de pareja, duelos no elaborados…”
Ausencia y trastorno de empatía son niveles entre 0
y 2 en la escala de Baron-Cohen. La habilidad y la dificultad para la empatía
son niveles 3 y 4, de manera transitoria o permanente en la persona.
El libro “Los desafíos invisibles de ser madre o padre. Manual de
Evaluación de las competencias y la resiliencia parental”, de Barudy
y Dantagnan, es un completo y magnífico libro de obligada
lectura, estudio y aplicación si se quiere tener una actuación responsable en
los servicios de protección a la infancia o en cualquier ámbito en el que se
trabaje con menores. En el
mismo, incluyendo las fichas, se describe y detalla cuáles son las competencias
parentales fundamentales y cómo evaluarlas.
El desorden de Cero Empatía
Cuando los niveles de
empatía son muy bajos, casi ya en el cero, y de manera permanente, Baron-Cohen
establece qué psicopatologías o desórdenes encajan adecuadamente en esos
inquietantes cero grados: la psicopatía, el narcisismo y la personalidad
límite. Para este autor debería de incluirse una categoría
diagnóstica que se denominara trastorno de la empatía. En estos casos, en estos
perfiles, tener cero grados de empatía es devastador para la sociedad.
Los padres o cuidadores en la zona más baja de la
empatía son probablemente irrecuperables y la actuación de los sistemas de
protección debe de velar siempre por el interés superior del menor. Además de
cero grados de empatía es muy posible que encontremos en esos adultos perfiles
de personalidad como los descritos, traumas no resueltos, trastornos
disociativos…
Baron-Cohen describe y detalla muy bien cuáles son
los circuitos cerebrales de la empatía y las áreas implicadas en el mismo y por
lo tanto, afectadas cuando se padece cero grados.
Finalmente, el autor
plantea que tener cero grados de empatía no siempre es negativo. Hay una faceta
positiva. Se refiere a las personas afectadas de Autismo o Síndrome de
Asperger.
Estas personas son extraordinariamente hábiles en
sistematizar el mundo en base a reglas.
“Muestran problemas de
empatía en su comportamiento porque no entienden las reglas y el mundo social y
emocional de las personas. Pero no actúan, en su mayoría, de forma cruel con
los demás. No son como los cero negativo psicopáticos.
La mayoría de las personas
desarrollan sus códigos morales a través de la empatía, pero estas personas lo
han hecho a través de la sistematización. Tienen un fuerte deseo de vivir con
reglas, y esperan que los demás hagan lo mismo por una cuestión de justicia.
Teorías recientes han
revelado la existencia de códigos morales súper desarrollados en personas con
autismo que se muestran intolerantes hacia aquellos que infringen las reglas,
dice Baron-Cohen.
A menudo son las
personas con síndrome de Asperger las que saltan a defender a una persona que
se le está tratando de forma injusta, ya que esto viola el sistema moral que
han construido sólidamente a través de la cruda lógica”.
Sin embargo, en mi opinión, como cuidadores puede
que no sean competentes porque es necesario mentalizar al niño y comprender su
mundo emocional, ya que un menor, y menos un bebé, no pueden ser sistematizados
en torno a reglas.
¿Para Qué Sirven Las
Emociones?
Cristina Herce, amiga y
colega que trabaja co-dirigiendo la empresa responsable del acogimiento
familiar en Gipuzkoa (Centro Lauka) para la Diputación Foral, me envía este vídeo del programa de Eduardo Punset,
Redes, acerca de para qué sirven las emociones. Ella nos proporciona, pues, la picada con la que habitualmente suelo
cerrar todos los posts de Buenos tratos. Gracias Cristina, por enviarnos este
vídeo.
“Había que prohibirlas,
no se podía ni hablar. Las emociones había que desterrarlas. Pero la ciencia
nos dice que no podemos vivir sin ellas, que no podemos decidir sin tenerlas en
cuenta. No es positivo dejarse guiar sólo por las emociones sin regularlas,
pero peor es vivir sin emociones” Así
presenta Punset este documento gráfico que os recomiendo no os perdáis pues os
ayudará a ser mejores personas con vosotros mismos, los demás y con vuestros
hijos/as y niños/as.
Publicado por José Luis Gonzalo :
Desde 1994 trabajo en mi consulta privada de psicología y psicoterapia en San
Sebastián (Gipuzkoa) Desde 1999, he centrado mi campo de interés profesional en
el ámbito de la clínica con especial interés en la psicología del apego y del
trauma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario