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jueves, 18 de febrero de 2016

Santiago Bilinkis: “Tu emprendimiento funciona cuando sos el peor jefe con vos mismo"

El emprendedor serial desenmascara algunas de las fantasías que rodean al ecosistema innovador y desmitifica uno de sus tabúes más grandes: el fiasco. “Arremangarse y ponerse a trabajar” es el lema de quien define al entrepreneurship como una cuestión de actitud. 
Por Cecilia Filas







Su nombre aparece asociado a Officenet –la proveedora online de insumos de oficina que fundó con Andy Freire y que, en 2004, fue comprada por la estadounidense Staples– casi por default. Pero el perfil de Santiago Bilinkis trasciende ese caso de estudio en las escuelas de negocios. Ya que también se define como: company builder vía Quasar Builders, la más reciente aventura que inició junto a su socio Freire; techie aholic confeso, columnista en medios de comunicación, autor del inspiracional Pasaje al futuro (Sudamericana) y uno de los organizadores de las conferencias TEDxRíodelaPlata. En resumen, Bilinkis es un emprendedor de pura cepa. Y, aunque aclara que eso no lo define como persona, sí lo describe como “una actitud de vida”. Sin filtro, apunta contra la idiosincrática estigmatización del fracaso en la Argentina y señala que el ecosistema emprendedor local todavía está en “una etapa súper embrionaria”.

Al considerar el ser emprendedor como una actitud de vida, ¿cree que es un modo de hacer extrapolable más allá de los negocios?

Completamente. Creo que ser emprendedor tiene más que ver más con una actitud que con una tarea específica. Uno puede aplicar ese espíritu al tocar el clarinete y proponerse formar parte de la Orquesta Sinfónica Nacional, si ese es su proyecto y trabaja duro. La probabilidad de fracasar también es alta. Pero cualquier persona, en cualquier ámbito de la vida en que se lo proponga, puede desarrollar esa actitud. Hay mucha gente que ve cosas que no le gustan y muy poca gente que, ante lo mismo, se arremanga y se pone a laburar para transformar esas realidades. Todos hemos pasado, en una noche de frío, al lado de una persona que está viviendo en la calle; pero la gran mayoría ha seguido caminando, mientras que Juan Carr, que es un emprendedor, creó la Red Solidaria. Esa es la diferencia entre el que es emprendedora. Está lleno de gente que ve oportunidades para cambiar cosas que no le gustan, pero son pocos los que deciden arremangarse para hacer algo al respecto. Para mí, la clave no es tener una habilidad distinta o que nadie posea, sino la determinación de ponerse a trabajar para cambiar aquello que te gusta. No es la visión lo que falla, es la actitud.

¿Y ese cambio de paradigma actitudinal podría enseñarse en las escuelas?

Sí, porque es una actitud de protagonismo. Si pensamos en emprendimientos sociales, en vez de negocios, por ejemplo, es la actitud la que te vuelve protagonista de tu vida: alguien que no toma las cosas como le fueron dadas si no que quiere dejar, de alguna forma, su marca o transformar el mundo de la manera en que le parece que tendría que cambiar. En la medida en que ubicás a los chicos en un rol relativamente pasivo, donde enfatizás exclusivamente la memoria al momento de evaluar, es difícil que los saques con actitud emprendedora. Si tenés chicos protagonistas en el aula, van a aprender que es algo bueno. Pero si tenés chicos que escuchan sin participar o repiten sin pensar, es difícil que estén preparados para asumir roles protagónicos.
¿Cuáles son los mayores enemigos del espíritu emprendedor, según tu experiencia?

Llevar adelante un emprendimiento no es para cualquiera. Es mucho laburo y mucho estrés. Hay gente que dice: “Quiero ser emprendedor para ser mi propio jefe”. Pero si, como jefe, vas a ser benigno con vos mismo, tu proyecto no va a funcionar. Tu emprendimiento funciona cuando sos, para vos mismo, el peor jefe que existe sobre la faz de la Tierra, el más exigente, demandante, inconformista.

¿Cómo ve al ecosistema emprendedor local?

Todavía estamos en una etapa súper embrionaria, por montones de razones. Desde lo cultural, por ejemplo, por la excesiva crítica y estigmatización del fracaso; pero también por cuáles son los modelos aspiracionales que se transmiten desde los padres y la escuela. También está la falta de recursos financieros, ya que es muy difícil conseguir inversiones acá.

¿Está de moda ser creativo e innovador?

Puede ser así en un círculo muy acotado de clase media de Palermo. Pero me parece que si salís de Armenia y Costa Rica y les preguntás a los chicos qué quieren ser, te van a contestar Messi, Mariano Martínez... Es decir, farándula, deportes o tal vez algún familiar que sea médico o abogado. En el momento en que te contesten “Quiero ser como Marcos Galperín, Steve Jobs o Elon Musk”, voy a pensar que ser emprendedor es algo aspiracional de verdad. Musk, para mí, es la mente más brillante en la actualidad, el hombre que más está trasformando el mundo... Y te apuesto que, en la Argentina, el 99,9 por ciento de la gente no sabe quién es. Ojalá podamos cambiar eso. No para que todos quieran ser emprendedores, porque no creo que sea un ideal al cual todo pibe debiera aspirar, pero mi sensación es que hoy en día ningún joven tiene eso como aspiración. Estaría bueno que, si esto crece, lo haga por una motivación genuina. Porque, además, ser emprendedor casi con seguridad te condena al fracaso. No para siempre, pero muchas veces. Es, realmente es algo para hacer si es lo que tenés ganas de hacer en la vida, no por un tema más ingenuo de admiración o de moda. Elegir una profesión porque está de moda es peligroso: en cuanto te enfrentes con las primeras frustraciones, hay que ver si vas a tener la tolerancia y la capacidad de reponerte.

¿El fracaso importa en el éxito de un entrepreneur?

Un emprendedor es alguien que quiere cambiar aquello que no le gusta y se pone a trabajar para lograrlo: empieza a reunir recursos, gente, dinero, lo que haga falta para transformar esa realidad que no le gusta, sea construir una empresa que facture millones de dólares o terminar con el hambre en su entorno. Por eso me gusta la definición de emprendedor social. Y, como casi siempre las causas que se persiguen son difíciles, la mayoría de esas iniciativas fracasan. Pero, justamente, la motivación no debiera pasar tanto por el éxito, medido en la manera en que lo hagas: rédito económico, admiración o como cada uno lo defina. La mayoría de las veces no se alcanza el éxito hasta haber sufrido varios fracasos.

¿Fallar es un estigma?

Para mí, eso es la cosa que más frena el espíritu emprendedor acá. Porque en la Argentina somos tremendamente impiadosos con quien fracasa. En cualquier lugar del mundo, y especialmente en los países desarrollados, la enorme mayoría de los emprendimientos fracasan: no es una sorpresa para nadie. En otras culturas, si vos te esforzaste mucho y actuaste honestamente, la gente no va a tener una mala opinión tuya por el hecho de que algo que hiciste haya salido mal. Acá eso no importa: si fracasaste, sos un fracasado. Y es muy difícil salir de esa estigmatización. Eso frena a mucha gente, porque el costo de fracasar es enorme en todo sentido, desde el cultural hasta el legal. Salir de una quiebra, por ejemplo, es un proceso que puede tomar hasta 10 años, mientras que en otros lados puede llegar a durar 10 semanas.

¿Dar con una idea innovadora es un golpe de suerte o el resultado de un proceso?

Es que, en realidad, la idea prácticamente no tiene ningún valor per se. Pensemos en un libro: la idea del libro es el 1 %; después vos tenés que escribir 300 páginas y cómo narres esa idea, cuánto suspenso logres crear o cuán clara sea tu narrativa, ya es otra cosa. O sea, el libro son las 300 páginas, no la idea. Un emprendimiento es lo mismo: aunque tengas la idea más genial para un libro, si no sabés escribirlo o no lo escribís bien, no le ponés trabajo o no encontrás quién lo publique, tu genialidad no tiene ninguna trascendencia. Pero, también, el que no escribe el libro porque cree que le falta una idea genial, no lo va a escribir nunca. Ideas tenemos todos, mejores o peores. Realmente, las ideas son irrelevantes. Muchas veces un buen equipo le encuentra la vuelta a una mala idea; pero una buena idea sin alguien que la lleve adelante, es nada.

¿Cuáles son las claves para sobrevivir en un mundo cada vez más exigente?

Tiene que ver con la capacidad de adaptarse al cambio: de mínima, adaptarse en un rol más pasivo; y de máxima, liderar el cambio. Está emparentado con el tema de la actitud emprendedora, es decir, el que no sufre el cambio sino el que lo disfruta y lidera.

Parece que el paradigma de cambio, tan de esta época, va en contra de cierta tendencia conservadora todavía imperante...

Por eso creo también que hay tan pocos emprendedores. Ser emprendedor implica un riesgo grande, y la mayoría somos adversos al riesgo. El miedo es la señal que te da el cuerpo de que tenés que huir, que estás en un lugar donde no tenés que meterte. Por eso, digo: el que crea que va a ser emprendedor el día que logre vencer el miedo, se equivoca. Uno emprende con miedo, porque eso no se va nunca. No importa cuántos proyectos exitosos hayas tenido en tu vida: el miedo te sigue acompañando, porque la posibilidad del fracaso siempre está ahí y siempre preocupa. Uno no emprende cuando logra vencer el miedo, sino cuando se da cuenta de que va a convivir con él... Porque el éxito se revalida todos los días. Es como ser director técnico: podés haber ganado la Copa Libertadores, pero la temporada siguiente arrancás con cero puntos, como todos.

FUENTE: http://www.apertura.com/emprendedores/Santiago-Bilinkis-Tu-emprendimiento-funciona-cuando-sos-el-peor-jefe-con-vos-mismo-20160203-0002.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterApertura&utm_campaign=Apertura.com&utm_content=49&#


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