El
análisis de riesgo crediticio ha pasado por diferentes etapas a lo largo de su
historia. Al principio se lo consideraba como un trabajo artesanal en donde el
vínculo entre el analista y el prospecto era mucho más que la técnica empleada.
Con
el correr del tiempo y la incorporación de nueva tecnología y ciencia, el
proceso se perfeccionó a través del diseño de herramientas cada vez más
sofisticadas.
En
las etapas iniciales allá por los años 30 y 50, el foco era puesto en el
balance, el cuadro de resultado y los flujos de fondos.
En
la actualidad se cuenta con modelos para calcular las probabilidades de
incumplimiento como el de regresión lineal, modelos logit y probit, hasta
llegar a las redes neuronales. Modelos de ratings y scorings que son
construidos a medida de las empresas o que pueden ser requeridos a las empresas
proveedoras de informes comerciales.
La
estadística, la econometría y otras experiencias matemáticas se utilizan para
lograr modelos capaces de predecir el comportamiento de pago de los clientes.
No obstante ello, estos estudios son “aproximaciones respecto de los
comportamientos de los seres humanos”. El estado del arte por lo menos hasta el
presente, no ha podido ser reemplazado por la tecnología, y esto se debe al
constante cambio que experimenta el ser humano. Su actividad social, su
vinculación con diferentes culturas, las costumbres, las formas en que se toman
las decisiones. El hombre se encuentra en etapa de evolución y este es el
principal factor motivo por el cual, al utilizar métodos matemáticos podemos
hablar de “aproximaciones”. En un mundo cambiante, dinámico, complejo,
impredecible, interconectado, y fundamentalmente “desigual” en términos
económico – financieros, el estado del
arte se encuentra más que presente.
Los
sistemas de evaluación han servido y sirven para obtener relaciones
comparativas de casos, para evaluar masas críticas de prospectos, pero no
llegan a la esencia del ser humano y su sistema para tomar decisiones. Por lo
menos no hasta el presente.
Existen
en la actualidad economías demasiado informales que requieren de la evaluación
cualitativa y relacional para poder establecer el riesgo real en materia
crediticia. El riesgo no puede ser
medido sin partir de la definición concreta.
¿Qué es dar crédito
para mí, para mi organización?
Se
desempeñe usted en una empresa financiera o en una comercial, de la definición
misma de la actividad, surgirá el nivel de riesgo crediticio deseado o
tolerado. Solo a partir de allí podría funcionar adecuadamente cualquier
sistema de evaluación que se proponga, utilizando las reglas del arte, la
ciencia y la tecnología.
Si
crédito representa, prestar un determinado nivel de capital de trabajo
asegurando su retorno en los términos y condiciones en los que fue cedido y
securitizando las operaciones al máximo, es una política con base estrictamente
financiera.
Si
en cambio representa, el acompañar el crecimiento y desarrollo de nuestros
clientes, es otra, la cual importará un tipo de riesgo evolutivo y complejo.
Cualquiera
sea la definición de política de crédito que usted quiera implementar en su
organización, su sistema de análisis deberá combinar herramientas del tipo
cuantitativo y cualitativo. La regla de Pareto dice (aplicado al crédito) que
el 20% de las empresas son grandes corporaciones, y el resto son pymes,
empresas de familia y familiares. Con más razón se requiere poner énfasis en la
definición de políticas antes de estudiar los instrumentos a incorporar.
El
mix exacto entre lo cuantitativo y cualitativo, no es posible determinarlo de
manera lineal, dependerá del tipo de organización que estemos evaluando, pero
de algo estamos seguros. Ambos componentes deben estar presentes a la hora de
realizar un buen análisis de riesgo crediticio porque los resultados de las
empresas, no se obtienen tan solo de arbitrar recursos económico – financieros,
sino del manejo de los recursos humanos y sus potencialidades. Para esto
último, entre otras cosas, es requerido el análisis cualitativo.
Lic. Claudio M. Pizzi
Director
www.dorbaires.com
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