Al mal tiempo, buena cara. Los problemas tienen
solución. Los tiempos difíciles pasan, pero se llevan mucho consigo en términos
de costos de oportunidad que representa el costo de optar por una alternativa
en vez de otra y en buena parte de los casos, el costo de no aprender de los
errores.
En la actualidad nos encontramos inmersos en un contexto
económico nocivo para la salud de las organizaciones. Estanflación. La mezcla
de inflación con recesión. El aumento de precios combinado con la caída de la
actividad comercial.
Casi 4.800 empresas cerraron sus puertas entre el
2.016 y el 2.017 según fuentes oficiales. El panorama 2.018 no dista de ser
mejor. Los esfuerzos de un gobierno suelen ser escasos en materia de
asistencia. Levantar embargos de AFIP, generar planes de pagos o alargarlos,
habilitar líneas de crédito, no parece ser suficiente para paliar las
necesidades de las pymes que deben resistir con tasas de interés y cargas
sociales elevadas, salarios insostenibles, rotura de la cadena de pagos y caída
de ventas. A eso podríamos agregarle la suba de precios de las materias primas,
los impuestos y tasas y un tipo de cambio elevado.
En este contexto, es esperable que los directivos,
dediquen todo tiempo posible en buscar formas de sobrevivir. Las matemáticas
son exactas. Si no se puede hacer nada con los ingresos, hay que “retocar los
costos”. Es así como algunas pymes se embarcan en “reestructuraciones” cortando
todo gasto y actividad que no sea imprescindible para sostener el negocio. Por
supuesto la medida no puede hacerse extensiva al largo plazo y cuando esto se
agota, parecería que solo queda rezar para que la economía y las finanzas
vuelvan al cauce normal.
El problema con estas decisiones es que por mirar el
árbol que tenemos enfrente, dejamos de ver el bosque. Y el bosque esta “repleto
de oportunidades”. Una de ellas es “apostar al cambio”.
Entre las razones por las cuales las pymes no
resisten las crisis, se encuentran la estructura y la cultura.
La primera atenta contra el grado de flexibilidad
que se necesita para adaptarse a su contexto, y la segunda, no permite generar
alternativas o visiones diferentes ante los problemas. Si una organización no
puede enfrentar sus coyunturas, es porque “no ha hecho los deberes” en materia
de cambio organizacional. La creatividad, una potencialidad que habita en cada
ser humano, se pone en juego solo ante la adversidad, no forma parte de un
proceso sistemático que le permita a las organizaciones incorporarse al camino de
la innovación.
Sin creatividad, no hay innovación, sin innovación, es
vaga la posibilidad de mejorar productos y servicios, y con ello, la cuenta de
resultados.
Paap y Katz (2004)
sostienen que la volatilidad de los mercados y la hipercompetitividad
presente, colocan a las organizaciones ante el desafío paradójico del
“dualismo”.
Ellos dicen que los
esfuerzos por sostener el negocio actual, no debería atentar contra el
sostenimiento de los negocios futuros. Hacen hincapié en la innovación disruptiva
para abordar nuevos mercados con ventajas diferenciales sostenibles. El proceso de disrupción sucede cuando lanzamos al
mercado nuevas tecnologías o ideas de negocios que sobrepasan en aceptación a
las que ya tienen un buen tiempo en él.
Las organizaciones pymes deben hacer una distinción
clara entre sus clientes reales y potenciales. Deben orientarse a servir las
necesidades de los actuales mientras permanecen vigilantes para detectar
oportunidades en mercados emergentes. Lo disruptivo tiene que ver con nuevos mercados,
pero la innovación también aplica a los existentes. Permite calibrar el
posicionamiento, mejorar el modelo de negocios y por lo tanto las utilidades.
Las pymes necesitan incorporar la “cultura de la
innovación” y para eso, deben cambiar sus estructuras verticales,
unidireccionales. “Las soluciones no puede emerger de una sola cabeza”. Requieren
de un equipo dispuesto a innovar para encontrar nuevas formas de hacer
negocios, de dirigir y controlar, mejorar los productos y servicios para
destacar respecto de la competencia, para encontrar formas de expandir el
mercado a través del uso de la tecnología.
En las crisis
existen oportunidades. Son momentos especiales donde se necesita repensar la
organización, prepararla para los buenos tiempos que vendrán. La rutina no
puede ser excusa, los problemas tampoco. La situación es agobiante, no lo dudo,
pero no justifica la inacción. A diario observo, vendedores que no saben
vender, compradores que no saben comprar, cobradores que no saben negociar,
empleados que solo piensan en cumplir con el horario de trabajo y titulares de
empresas corriendo detrás de los bancos y la AFIP. Si las pymes invirtieran
parte de ese tiempo en trabajar las decenas de técnicas de creatividad existentes
(635
– Brainwriting, Brainstorming o lluvia de Ideas, análisis morfológico, metodología scamper…) otro sería el grado de respuesta ante los
problemas coyunturales.
No tan solo de “recortes”
viven las organizaciones.
Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo
mismo decía Albert Einstein. El remedio para los tiempos difíciles, se llama
innovación. En sillicon Valley lo saben. Gino Tubaro (22 años), el joven
emprendedor argentino que inventó una prótesis (manos) utilizando una impresora
3D, lo sabe, ¿las pymes, lo saben?
Mg. Claudio M. Pizzi
Director
www.dorbaires.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario