De seguro habrá escuchado hablar sobre productividad. Es una palabra
muy utilizada en el ámbito empresarial y también en el político, aunque a la
hora de su definición, no son muchos los que realmente entienden de qué se
trata.
Algunos
técnicos la definen como “la causa” por el cual las empresas e incluso los
países caen. Existe un gran debate en España sobre si los trabajadores son
productivos o no, luego de la explosión de la crisis. En Argentina, la palabra
fue desplazada del escenario por cuestiones coyunturales de la economía como la
inflación y la falta de inversiones, pero esto no significa que debemos restarle
la importancia que merece.
La productividad es
un “resultado”, es una relación que vincula a un sistema productivo con los
recursos que se utilizan. Es un indicador de eficiencia que relaciona lo que
“entra” con lo que “sale” de un sistema o proceso cualquiera.
La fórmula convencional
es la siguiente: HH + HM +RU = 1 UP en donde la suma de las horas hombre, mas
las horas máquina mas los recursos utilizados nos dan una unidad de producción.
Cuanto menos recursos se utilicen en la obtención de la UP, tanto más
productivo se es. Como dijimos, el término no tan solo aplica a la producción
de bienes y servicios, sino también por ejemplo, a la comercialización y a la
administración de una empresa.
Un vendedor aplicando este criterio, será más productivo que otro si
genera más notas de pedidos en menos tiempo y gastando menos dinero en viáticos
y refrigerio.
Antiguamente eran
solo dos los factores que se utilizaban para medirla (capital y trabajo). Hoy se
contemplan algunas variables adicionales como la calidad y la responsabilidad
social en lo que respecta al medio ambiente y al hombre.
Algunas empresas
suelen medir solamente los resultados
tangibles y aritméticos. Por ejemplo,
si un comercio tiene tres personas que atienden al público y trabajan 8 horas
cada una (3 X 8 = 24), la teoría dice que si dos de los tres trabajara 12 horas cada uno (2 x 12 = 24) , se evitaría
de contratar la tercera, y esto ahorraría en costos laborales.
La medición
aritmética atenta contra la calidad del producto – servicio final porque el
ritmo y la sobrecarga de trabajo provocan estrés, y está probado que las
enfermedades laborales puede afectar entre un 20% y un 50% los rendimientos.
En el ejemplo que
dimos, las personas sobre exigidas tienden a equivocarse, a ausentarse, a
relacionarse mal con los clientes externos y con sus pares y jefes, lo que
afecta a la productividad. En la industria, uno podría medir el nivel de scrap
o desperdicio, pero no es sencillo
hacerlo cuando se trata de servicios como el administrativo o el comercial.
Cantidad no es
calidad. Si hablamos del recurso tiempo, debemos decir que una persona con
adecuado balance vida – trabajo, y altamente motivado (descubriendo mejores
métodos de organizar su trabajo, aportando ideas rentables e innovadoras),
puede dar más en 8 horas que otro inmerso en un mal clima laboral permaneciendo
12 en su puesto.
Por último debemos
marcar que los recursos, incluido el ser humano, son agotables. La
responsabilidad social empresaria es vital por cuanto una empresa puede ser muy
eficiente ganando dinero pero muy ineficiente al generar graves problemas en lo
que respecta a la “conservación de recursos naturales” y la contaminación.
La productividad es
un tema en extremo importante y no puede dejar de considerarse a la hora de
medir los resultados de una empresa, persona o país, pero debemos tener en
cuenta toda la definición que como vimos, es mucho más que hacer una simple
cuenta para calcularla.
Lic. Claudio M. Pizzi
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