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viernes, 13 de marzo de 2015

TRES ERRORES FATALES EN RIESGO CREDITICIO

Dice una frase popular que “el hombre es un animal de rutina”, aunque la original la aportó Charles Dickens en la Inglaterra del mil ochocientos. Es difícil contradecirlo sobre todo si uno observa a las organizaciones y sus sistemas de gestión.

Entiendo que usted ha oído hablar de “auditorías” y “controles de gestión”, pero lo más probable es que lo asocie a cuestiones netamente contables o muy específicas, como ser una auditoria médica.
Sin embargo, en una organización hay muchas cosas para auditar, no tan solo los estados contables.

Un tema que cobra especial relevancia en los momentos actuales tiene que ver con el sistema de gestión de clientes. Si, correcto, hablamos de “un sistema integral”. El sistema abarca las diferentes funciones vinculadas a ellos como ser: ventas, cobranzas, créditos, atención, fidelización, retención, atención post venta, centro de relacionamiento, logística y distribución….

En honor a la verdad, estamos acostumbrados a tratar estas cuestiones “por separado”, como si fueran islas, desconectadas del continente, fragmentadas, especializadas al extremo. Podríamos decir entonces que este “pre error” es el que arrastra a los otros que vamos a mencionar.

Lo primero que se observa en consultoria ante una “crisis”, sea esta comercial o financiera, es esa sensación que dan las empresas desconectadas. Como si los departamentos fuesen pedazos de funciones unidos unos con otros. La sensación es de fragilidad, ¿y porque se ve de esta manera?, la respuesta es simple, porque las conexiones no son robustas. Lo que une a los sectores es la “cotidianeidad” y no la visión empresarial, las estrategias, las políticas compartidas.

Decíamos que estas cuestiones se pueden ir resolviendo con un sistema que demuestre la conflictividad entre las áreas, y las auditorías, y los controles de gestión, son algunas de las herramientas a utilizar, aunque no son las únicas.

En esta nota, mencionaremos tres errores no visualizados en el área de créditos.

Error N° 1: No saber cómo clasificar el tipo de morosidad de la cartera.

Recuerde que “ el hombre es un animal de rutina”. Lo más probable es que al empleado de créditos, alguien le dijo que la clasificación entre mora temprana y tardía debía hacerse en función a los niveles de exceso sobre los días de venta. Por ejemplo, lo común es proceder de la siguiente manera: suponiendo que en una empresa la condición de venta son 30 días, la mora temprana estaría en 30 días más, y la tardía en 30 más. Es decir que si una factura se emite el 1/1, estaría venciendo el día 31/1, y definiríamos a dicho cliente como moroso temprano si no paga hasta el 28/2, y como moroso tardío si sigue sin abonar su deuda pasada esa fecha hasta el 31/3, momento en el cual consideraríamos la situación como mora residual y la pasaríamos a legales o a gestión extrajudicial. Pues bien, esto es una costumbre, pero no está todo lo bien que debería. Este tipo de clasificaciones “olvida” el perfil de riesgo del cliente. ¿Si un cliente tiene un perfil de riesgo en extremo elevado, qué sentido tiene esperar 30 días para tratarlo como un “potencial residual”?, cuanto más tiempo le demos, menor será la probabilidad de recupero.

Error N° 2: “la trampa de la escalera”.




















Consiste en no realizar evaluaciones permanentes del CÁRACTER del cliente. La permanencia es una cosa, y la evaluación de riesgo es otra. Que un cliente tenga  muchos años con nosotros no es sinónimo de menor riesgo, esto dependerá de su evolución cualitativa. El cliente puede ir cumpliendo metas de ventas, escalando en la línea de crédito (pedir $1 y pagarlo, pedir $2 y pagarlo, pedir $3 y pagarlo), de esta manera, las evaluaciones se incrementarían a su favor, el cliente consume cada vez más y paga en término, ¿Pero qué ocurre cuando pide $4 y no paga, y se esfuma?, el cliente sencillamente se ganó la confianza, hizo buena letra hasta lograr ciertas condiciones favorables y luego, el default. Esto ocurre por no medir adecuadamente el CÁRACTER. El cliente subió los escalones de confianza que la empresa le permitió hasta que en el último cometió el default.

Error N° 3: Las políticas que nadie atiende.

Somos especialistas en “levantar barreras”, sea porque, “la cosa esta dura y hay que vender”, porque es muy difícil conseguir la información del cliente, porque el proveedor vecino no le pide nada, porque en este mercado no se otorgan garantías y bla, bla, bla…..la cuestión es que, en el supuesto caso que las empresas “decidan escribir sus políticas” para que sus empleados tengan referencias a la hora de actuar, de hacer, lo más probable que ocurra es que con el tiempo, el control sobre los cumplimientos “afloje” y el compliance se vaya al demonio, lo que se asemeja a un semáforo que nadie respeta. Si las políticas no se escriben y si se escriben y no se respetan, el riesgo se filtrará igual y tendremos default.

Estas perlas, no son las únicas, hay muchas de ellas dando vueltas por el negocio, por los sectores. Son como granadas que cuando estallan hacen mucho daño. La forma entonces de evitarlo es trabajando en la prevención, y un buen punto de partida es establecer cierto sistema de gestión que me permita ver el cuadro y actuar en consecuencia. Los informes de auditorias integrales en clientes, pueden librar esta batalla, pero es necesario tomar la determinación de incorporar el servicio.

¿Sabemos cuántas ventas se pierden  al día, cuanto nivel de exposición tenemos, que tipo de clientes están ingresando a la empresa, que tipo de información se analiza y cuál es el impacto en la rentabilidad de la empresa?,...


Espero que el contenido de la nota le ayude y haya sido de su agrado e interés. Puede dejar sus comentarios, los cuales, emitidos en términos profesionales, serán altamente valorados.-


Lic. Claudio M. Pizzi
Director

www.dorbaires.com

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