La imagen de
China como “la gran fábrica del mundo”, una “fábrica” basada en bajos costes de
producción (sobre todo laborales), se desvanece rápidamente. La economía
china está ascendiendo posiciones en la cadena global de valor, dando
muestras de que mantiene su dinamismo y capacidad de adaptación –contradiciendo
así las teorías que señalan que el autoritarismo y las restricciones a las
libertades suponen un freno a la modernización económica. Para las empresas
extranjeras, para las que esta madurez económica supone tanto desafíos como
oportunidades, China sigue siendo de todas formas un referente fundamental en
su estrategia.
La evolución
reciente de la economía china, y en particular de su marco de negocios,
están analizados en una interesante publicación (aparecida hace algunas
semanas), el “Business Confidence
Survey” que elabora la consultora Roland Berger para la Cámara de
Comercio Europea en China, en su edición 2015.
El estudio
pone de relieve la transformación que está registrando la economía china y los
cambios que ello supone para las empresas extranjeras –en particular las
europeas. La primera conclusión es que las empresas europeas perciben a
corto plazo un deterioro de sus perspectivas de negocio, tanto por el
frenazo que está registrando la economía como por el aumento de sus costes y
otros obstáculos, entre los que sobresale la creciente discriminación a la que
se enfrentan en general las empresas extranjeras.
Así, un 28%
de las empresas europeas encuestadas señalan que sus márgenes en China son
superiores a su media mundial, un porcentaje que lleva varios años cayendo
(desde el 42% en 2012), mientras aumenta el porcentaje de las empresas que
declara tener menores o similares márgenes que su media mundial.
La
transformación estructural de la economía china se refleja en el hecho de que,
según las empresas, el principal factor que afecta a sus márgenes de beneficio
es el aumento de los costes laborales. La competencia de otras empresas
extranjeras y el menor crecimiento económico son los siguientes factores
mencionados.
La
desaceleración de la economía china, el aumento de los costes laborales y la
desaceleración de la economía global son los tres principales retos que las
empresas europeas mencionan cara al futuro. Es significativo señalar que en
esta cuestión, entre los diez principales retos citados cara al futuro no hay
ninguno que haga referencia al riesgo político.
Aún así, un
58% de las empresas se muestra optimista respecto a sus perspectivas de negocio
en los próximos dos años, un porcentaje alto pero significativamente inferior
al 79% de 2011.
(Fuente: “European Business in China. Business Confidence Survey 2015”.
European Union Chamber of Commerce in China, Roland Berger Strategic
Consultants)
La economía china y su marco de negocios para las empresas
extranjeras está evolucionando por tanto hacia una nueva
situación, que podríamos calificar de “madurez”, caracterizada por un menor
crecimiento económico y un aumento de los costes laborales, en el
contexto del tantas veces mencionado cambio del modelo económico, desde un
modelo basado en la exportación, la inversión, la industria, hacia otro modelo
en el que los motores clave son el consumo y los servicios. Es una nueva situación
que para las empresas extranjeras es sin duda más compleja, y en la que los
márgenes de beneficio no serán tan elevados como antes.
El ascenso
en la cadena mundial de valor se
refleja en la creciente importancia que tiene China para las empresas extranjeras
para localización de actividades de innovación y desarrollo. Como ponen de
relieve tres profesores de la China Europe International Business School
(CEIBS) de Shanghai en un reciente artículo, hace 15 años había en China
sólo 200 centros de I&D de empresas extranjeras. Hoy en día, las
multinacionales operan más de 1.500 centros de innovación, y se estima que esta
cifra aumentará un 20% para 2018.
China está
dejando de ser “la gran fábrica del mundo” para convertirse en “el gran mercado
del mundo”. A pesar del deterioro de las expectativas de
negocios de estos últimos años, un 61% de las empresas europeas caracteriza su
presencia en China dentro su estrategia global como de “importancia creciente”
(frente al 59% de 2014). Esta aparente contradicción entre deterioro de
expectativas de negocio y creciente importancia se explica porque, a medio y
largo plazo, para las empresas extranjeras la relevancia de China ya no está
en sus costes de producción, sino en su mercado: un 71% de las empresas
señala que la razón principal para operar en China es suministrar productos al
mercado chino.
La economía
china continúa dando muestras de dinamismo y capacidad de adaptación. De esta
forma pone en cuestión la teoría de los que vienen indicando desde hace
tiempo que el autoritarismo político y las restricciones a las libertades
suponen una limitación a la capacidad de crecimiento e innovación. China, y
sus dirigentes, están demostrando que, a pesar del sistema político, son
capaces de mantener la economía en una senda de adaptación e innovación.
Fuente:http://www.blog.rielcano.org/china-deja-la-gran-fabrica-del-mundo/?utm_source=newsletter183&utm_medium=email&utm_campaign=sep2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario