La
grieta, la grieta, se ha hablado mucho acerca de ella. Entiendo que ha sido el
periodista Jorge Lanata quien inauguró el concepto para definirlo desde un
aspecto político, pero el mismo tiene un trasfondo que traspasa lo que
habitualmente se habla de ella.
En
una nota para el diario comercio y justicia sobre los problemas de fondo de la
Argentina he tocado el tema sin hacer una mención expresa.
¿Qué es la
grieta?
Hace referencia a una división y la pregunta
es si está mal que exista. Para ello, planteo dos escenarios, el corto plazo y
el largo plazo.
¿Por qué es
sanadora en el corto plazo?
Cuando
uno sufre un corte con un elemento que infecta, se produce lo que comúnmente se
conoce como pus. Es importante que
supure y que sea eliminado para que la herida pueda cicatrizar de manera
adecuada. La infección de la Argentina es profunda, y lo que se observa en la
superficie es la corrupción. La
corrupción que va de un simple hecho aislado a una red, a un proyecto de inversión
planificado y aceitado que involucra al primer nivel en lo más alto de la
escala decisoria y desde allí hasta el nivel más bajo.
La
situación actual en la Argentina, (es una visión personal puesto que no tengo forma
de medir en términos porcentuales) que imagino, es un 90% - 10% para poder
graficar el cuadro. Esto significa que (por suerte), el 90% de los Argentinos,
podría encontrar en lo que se conoce como “derecha, centro, izquierda” en
política, algún sistema o modelo que lo represente como así también figuras
políticas de ese amplio espectro no emparentadas con la corrupción y de una
trayectoria impecable, por lo menos hasta el presente. Ese 90% se encuentra en condiciones de negociar, de aceptar críticas, de
aceptar ser persuadido y persuadir, somos todos los que podemos intercambiar
opiniones, tener puntos de visto opuestos pero la suficiente capacidad como
para ponernos de acuerdo en ciertos temas comunes que nos afectan, por ejemplo:
inflación cero, control irrestricto de los tres poderes del estado, educación
primaria y secundaria obligatoria en todo el país, etc.
La grieta en el
corto plazo es sanadora
porque se mantuvo oculta durante mucho tiempo, latente a la espera de ser puesta
de manifiesto de manera cruda. Era imprescindible que salga a la luz y que
ponga al descubierto estas formas de pensamiento nocivas que se encuentran en
la vereda de enfrente y que representan ese 10% restante. Si no se hubiera
manifestado, no podríamos estar en condiciones de reconocer el flagelo e
intentar trabajar en la solución de fondo. Entiéndase que digo: 90 – 10, si la
cosa fuese 50 – 50, tendríamos problemas aún más graves.
¿Por qué
tendríamos que luchar artificialmente para cerrar la grieta?
Algunas
personas de los “medios de comunicación”, incluso figuras del pensamiento y la
política creen que la grieta se cierra sentándose al lado del que se encuentra
dentro de ese 10%, o aceptando su punto de vista. Es un error básico que no puede ser considerado en el corto plazo.
Ese 10% representa el “fundamentalismo”, concibe la política como algo
dogmático, como una cuestión de FE, no pone en tela de juicio a los
protagonistas y de hecho, niegan la realidad, la relativizan, la minimizan, la
rechazan, buscan ensuciar para decir que “son todos iguales”, incluso se ha
llegado a echar mano a la física cuántica ante el aluvión de pruebas
testimoniales, fílmicas, escritas, etc. Esto no tiene nada que ver con el
concepto oficialismo – oposición. Existe tanto fundamentalismo de un lado como
del otro.
No
es posible compartir algo con alguien que defiende la corrupción porque se
transforma en cómplice. No es posible
hacerlo si uno tiene una escala de valores y principios y cree en las
trayectorias y la honestidad. La gente honesta no puede convalidad la
deshonestidad. Por eso en el corto plazo, la grieta no puede cerrarse, no puede
hacerse si ese 10% no cambia y se suma al 90% restante, lo cual no quiere decir
que comparta una misma visión política.
“La grieta es la
consecuencia de un deterioro pronunciado y ascendente del nivel cultural y
educativo de la sociedad”.
La
educación y la cultura se han derrumbado como valores, como objetivos básicos
de la gente. En el pasado era considerado vital para el ascenso social. El fundamentalismo es la consecuencia de la
falta de capacidad para razonar y aprender en el sentido más profundo de la
palabra. No tiene que ver con el dinero, ni siquiera con los pergaminos con
los que uno cuenta. Tener un título de doctor, no te hace doctor, del mismo
modo que tener una placa no te convierte en policía. El dinero es el menos
indicado para diferenciar a una persona bien educada de aquella que no lo es.
“Algunos creen
que el problema de la educación se circunscribe a la falta de una computadora
por alumno, o al hecho de que los egresados del nivel secundario no comprenden
texto, no entienden lo que leen”.
Por
supuesto que lo mencionado es importante y debe corregirse, pero, periodistas,
pensadores, actores, investigadores, personas acostumbradas a interpretar
textos, a escribir, a analizar datos, se
someten al fundamentalismo sin mostrar la menor duda sobre dichas creencias,
entonces, el problema cultural y de educación con el cual tenemos que batallar,
es mucho más profundo que los problemas puntuales que hallamos en el nivel
secundario.
¿Por qué la
grieta sería perjudicial en el largo plazo?
La
respuesta es sencilla. Hasta ahora, venimos perdiendo las batallas por la
educación y la cultura, pero todavía podemos ganar la guerra. Si la grieta
persiste en el largo plazo, representaría el perder la guerra. Significaría que
habremos fracasado en el intento de mejorar los niveles culturales y de
educación.
La
grieta será eliminada y los argentinos podremos unirnos definitivamente, no
cuando pensemos igual, o pertenezcamos a un mismo partido político sino cuando
recuperemos la escala de valores que hace a un país trascender. Como hemos
mencionado en la nota para el diario comercio y justicia, el problema de la
Argentina no es la economía. Tuvimos cientos de miles de dólares en inversiones
y seguimos igual que antes, logramos el status inflación cero y volvimos al 40%
anual, tuvimos accesos a créditos baratos y terminamos endeudándonos por el
doble o triple. Tuvimos y tendremos oportunidades, el mundo las seguirá
concediendo pero si no corregimos los dos problemas de fondo de la Argentina,
el nivel de la cultura y la educación y la calidad del liderazgo (mejores
líderes toman mejores decisiones, líderes honestos trabajan para la gente,
líderes deshonestos trabajan para sí mismos), seguiremos desperdiciándolas
década tras década. Una frase que suelo utilizar es aquella que se conoce en el
mundo para identificarnos. Es un poco vieja pero muy efectiva y descriptiva.
Se
dice que en el mundo hay cuatro clases de países, los desarrollados, los
subdesarrollados, el Japón (el milagro de tener mucho con prácticamente nada) y
la Argentina (un país que podría tenerlo todo y tiene más problemas que
beneficios).
¿No
le parece?
http://comercioyjusticia.info/factor/economia/los-problemas-reales-de-la-economia-no-son-economicos/
Lic. Claudio M. Pizzi
Director
www.dorbaires.com