El emprendedor serial
desenmascara algunas de las fantasías que rodean al ecosistema innovador y
desmitifica uno de sus tabúes más grandes: el fiasco. “Arremangarse y ponerse a
trabajar” es el lema de quien define al entrepreneurship como una cuestión de
actitud.
Por Cecilia Filas
Su nombre aparece asociado a
Officenet –la proveedora online de insumos de oficina que fundó con Andy Freire y que, en
2004, fue comprada por la estadounidense Staples– casi por default. Pero el
perfil de Santiago Bilinkis trasciende ese caso de
estudio en las escuelas de negocios. Ya que también se define como: company
builder vía Quasar Builders, la más reciente aventura que inició junto a su
socio Freire; techie aholic confeso, columnista en medios de comunicación,
autor del inspiracional Pasaje al futuro (Sudamericana) y uno de los
organizadores de las conferencias TEDxRíodelaPlata. En resumen, Bilinkis es un
emprendedor de pura cepa. Y, aunque aclara que eso no lo define como persona,
sí lo describe como “una actitud de vida”. Sin filtro, apunta contra la
idiosincrática estigmatización del fracaso en la Argentina y señala que el
ecosistema emprendedor local todavía está en “una etapa súper embrionaria”.
Al considerar el ser
emprendedor como una actitud de vida, ¿cree que es un modo de hacer
extrapolable más allá de los negocios?
Completamente. Creo que ser
emprendedor tiene más que ver más con una actitud que con una tarea específica.
Uno puede aplicar ese espíritu al tocar el clarinete y proponerse formar parte
de la Orquesta Sinfónica Nacional, si ese es su proyecto y trabaja duro. La
probabilidad de fracasar también es alta. Pero cualquier persona, en cualquier
ámbito de la vida en que se lo proponga, puede desarrollar esa actitud. Hay
mucha gente que ve cosas que no le gustan y muy poca gente que, ante lo mismo,
se arremanga y se pone a laburar para transformar esas realidades. Todos hemos
pasado, en una noche de frío, al lado de una persona que está viviendo en la
calle; pero la gran mayoría ha seguido caminando, mientras que Juan Carr, que
es un emprendedor, creó la Red Solidaria. Esa es la diferencia entre el que es
emprendedora. Está lleno de gente que ve oportunidades para cambiar cosas que
no le gustan, pero son pocos los que deciden arremangarse para hacer algo al
respecto. Para mí, la clave no es tener una habilidad distinta o que nadie
posea, sino la determinación de ponerse a trabajar para cambiar aquello que te
gusta. No es la visión lo que falla, es la actitud.
¿Y ese cambio de paradigma
actitudinal podría enseñarse en las escuelas?
Sí, porque es una actitud de
protagonismo. Si pensamos en emprendimientos sociales, en vez de negocios, por
ejemplo, es la actitud la que te vuelve protagonista de tu vida: alguien que no
toma las cosas como le fueron dadas si no que quiere dejar, de alguna forma, su
marca o transformar el mundo de la manera en que le parece que tendría que
cambiar. En la medida en que ubicás a los chicos en un rol relativamente
pasivo, donde enfatizás exclusivamente la memoria al momento de evaluar, es
difícil que los saques con actitud emprendedora. Si tenés chicos protagonistas
en el aula, van a aprender que es algo bueno. Pero si tenés chicos que escuchan
sin participar o repiten sin pensar, es difícil que estén preparados para
asumir roles protagónicos.
¿Cuáles son los mayores
enemigos del espíritu emprendedor, según tu experiencia?
Llevar adelante un
emprendimiento no es para cualquiera. Es mucho laburo y mucho estrés. Hay gente
que dice: “Quiero ser emprendedor para ser mi propio jefe”. Pero si, como jefe,
vas a ser benigno con vos mismo, tu proyecto no va a funcionar. Tu
emprendimiento funciona cuando sos, para vos mismo, el peor jefe que existe
sobre la faz de la Tierra, el más exigente, demandante, inconformista.
¿Cómo ve al ecosistema
emprendedor local?
Todavía estamos en una etapa
súper embrionaria, por montones de razones. Desde lo cultural, por ejemplo, por
la excesiva crítica y estigmatización del fracaso; pero también por cuáles son
los modelos aspiracionales que se transmiten desde los padres y la escuela.
También está la falta de recursos financieros, ya que es muy difícil conseguir
inversiones acá.
¿Está de moda ser creativo e
innovador?
Puede ser así en un círculo
muy acotado de clase media de Palermo. Pero me parece que si salís de Armenia y
Costa Rica y les preguntás a los chicos qué quieren ser, te van a contestar
Messi, Mariano Martínez... Es decir, farándula, deportes o tal vez algún
familiar que sea médico o abogado. En el momento en que te contesten “Quiero
ser como Marcos Galperín, Steve Jobs o Elon Musk”, voy a pensar que ser
emprendedor es algo aspiracional de verdad. Musk, para mí, es la mente más
brillante en la actualidad, el hombre que más está trasformando el mundo... Y
te apuesto que, en la Argentina, el 99,9 por ciento de la gente no sabe quién
es. Ojalá podamos cambiar eso. No para que todos quieran ser emprendedores,
porque no creo que sea un ideal al cual todo pibe debiera aspirar, pero mi
sensación es que hoy en día ningún joven tiene eso como aspiración. Estaría
bueno que, si esto crece, lo haga por una motivación genuina. Porque, además,
ser emprendedor casi con seguridad te condena al fracaso. No para siempre, pero
muchas veces. Es, realmente es algo para hacer si es lo que tenés ganas de
hacer en la vida, no por un tema más ingenuo de admiración o de moda. Elegir
una profesión porque está de moda es peligroso: en cuanto te enfrentes con las
primeras frustraciones, hay que ver si vas a tener la tolerancia y la capacidad
de reponerte.
¿El fracaso importa en el
éxito de un entrepreneur?
Un emprendedor es alguien que
quiere cambiar aquello que no le gusta y se pone a trabajar para lograrlo:
empieza a reunir recursos, gente, dinero, lo que haga falta para transformar
esa realidad que no le gusta, sea construir una empresa que facture millones de
dólares o terminar con el hambre en su entorno. Por eso me gusta la definición
de emprendedor social. Y, como casi siempre las causas que se persiguen son
difíciles, la mayoría de esas iniciativas fracasan. Pero, justamente, la
motivación no debiera pasar tanto por el éxito, medido en la manera en que lo
hagas: rédito económico, admiración o como cada uno lo defina. La mayoría de
las veces no se alcanza el éxito hasta haber sufrido varios fracasos.
¿Fallar es un estigma?
Para mí, eso es la cosa que
más frena el espíritu emprendedor acá. Porque en la Argentina somos
tremendamente impiadosos con quien fracasa. En cualquier lugar del mundo, y
especialmente en los países desarrollados, la enorme mayoría de los
emprendimientos fracasan: no es una sorpresa para nadie. En otras culturas, si
vos te esforzaste mucho y actuaste honestamente, la gente no va a tener una
mala opinión tuya por el hecho de que algo que hiciste haya salido mal. Acá eso
no importa: si fracasaste, sos un fracasado. Y es muy difícil salir de esa
estigmatización. Eso frena a mucha gente, porque el costo de fracasar es enorme
en todo sentido, desde el cultural hasta el legal. Salir de una quiebra, por
ejemplo, es un proceso que puede tomar hasta 10 años, mientras que en otros lados
puede llegar a durar 10 semanas.
¿Dar con una idea innovadora
es un golpe de suerte o el resultado de un proceso?
Es que, en realidad, la idea
prácticamente no tiene ningún valor per se. Pensemos en un libro: la idea del
libro es el 1 %; después vos tenés que escribir 300 páginas y cómo narres esa
idea, cuánto suspenso logres crear o cuán clara sea tu narrativa, ya es otra
cosa. O sea, el libro son las 300 páginas, no la idea. Un emprendimiento es lo
mismo: aunque tengas la idea más genial para un libro, si no sabés escribirlo o
no lo escribís bien, no le ponés trabajo o no encontrás quién lo publique, tu
genialidad no tiene ninguna trascendencia. Pero, también, el que no escribe el
libro porque cree que le falta una idea genial, no lo va a escribir nunca.
Ideas tenemos todos, mejores o peores. Realmente, las ideas son irrelevantes.
Muchas veces un buen equipo le encuentra la vuelta a una mala idea; pero una
buena idea sin alguien que la lleve adelante, es nada.
¿Cuáles son las claves para
sobrevivir en un mundo cada vez más exigente?
Tiene que ver con la capacidad
de adaptarse al cambio: de mínima, adaptarse en un rol más pasivo; y de máxima,
liderar el cambio. Está emparentado con el tema de la actitud emprendedora, es
decir, el que no sufre el cambio sino el que lo disfruta y lidera.
Parece que el paradigma de
cambio, tan de esta época, va en contra de cierta tendencia conservadora
todavía imperante...
Por eso creo también que hay
tan pocos emprendedores. Ser emprendedor implica un riesgo grande, y la mayoría
somos adversos al riesgo. El miedo es la señal que te da el cuerpo de que tenés
que huir, que estás en un lugar donde no tenés que meterte. Por eso, digo: el
que crea que va a ser emprendedor el día que logre vencer el miedo, se
equivoca. Uno emprende con miedo, porque eso no se va nunca. No importa cuántos
proyectos exitosos hayas tenido en tu vida: el miedo te sigue acompañando,
porque la posibilidad del fracaso siempre está ahí y siempre preocupa. Uno no
emprende cuando logra vencer el miedo, sino cuando se da cuenta de que va a
convivir con él... Porque el éxito se revalida todos los días. Es como ser
director técnico: podés haber ganado la Copa Libertadores, pero la temporada
siguiente arrancás con cero puntos, como todos.
FUENTE: http://www.apertura.com/emprendedores/Santiago-Bilinkis-Tu-emprendimiento-funciona-cuando-sos-el-peor-jefe-con-vos-mismo-20160203-0002.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterApertura&utm_campaign=Apertura.com&utm_content=49&#